lunes, diciembre 11, 2006

Feliz Cumpleaños

Un día como hoy de hace 25 añitos alguien llegó a este mundo. No me pregunten a qué hora ni en qué lugar porque no lo sé. No me pregunten su nombre y su dirección porque no los diré. Sólo sé que hoy me alegro de que así fuera. Hoy me alegro de que hace 25 años naciera a alguna hora en algún lugar porque a eso se debe que hoy yo pueda conocerlo. Hoy me alegro de que ese destino que lo vio nacer hace 25 años lo cruzara en mi camino y que llenara mi vida de música, de cine y de paz.
Hoy ese niño es un joven apuesto, un músico entregado y un pequeño gran compositor que sorprenderá con su magia. Hoy ese niño es el hermano perfecto, el amigo que nunca te falla y el soñador por antonomasia. Hoy ese niño es un personaje discreto que se abre paso con su propio nombre, es una persona que no pierde la ilusión, una persona que cuando la pierde se levanta aún con más fuerza. Hoy ese niño es un faro y una guía para los que lo vemos desde la distancia, es la persona que asegura nuestros pasos y apoya nuestras decisiones aún sabiendo que podemos estar equivocándonos. Hoy ese niño le demuestra al mundo que la música puede ser motor de las emociones, transmisor de sentimientos, desahogo de frustraciones y generador de esperanza. Hoy, sigue luchando por todo aquello con lo que un día decidió soñar, hoy, sigue estando seguro de lo que quiere y de cómo lo quiere, y nosotros no dudamos en que lo conseguirá.
Hoy ese niño cumple un cuarto de siglo. Poco, relativamente poco para todo lo que está por venir. Poco, relativamente poco para todo lo que ha conseguido hacer en este tiempo. Poco, relativamente poco para todo el amor que nos ha dado a los que estamos a su alrededor.
Por eso hoy, en su vigésimoquinto cumpleaños he decidido hacerle este pequeño homenaje, precisamente en el medio que consolidó nuestra amistad. Felicitarle desde aquí, con todos sus honores, porque se lo merece y recordarle cuánto se le quiere.

Pero necesito la ayuda de mis lectores, sí, sí, tu ayuda, para completar esta pequeña felicitación. Os propongo un reto, vamos a escribir entre todos las 25 mejores felicitaciones de cumpleaños que se hayan escrito hasta ahora. Sí, 25 microestados, 25 textos cada uno con su estilo y su personalidad propia, para celebrar estos 25 años.
Pero la cosa no queda ahí -no iba a ser todo tan fácil-, estas felicitaciones tienen una condición, deberán contener al menos tres de las palabras o expresiones que están escritas a continuación por dos razones:
a) para que tengan que ver con él -que para eso es su cumpleaños-.
b) para que tengan que ver conmigo -que soy muy dada a estos juegos y relaciones de palabras-.

Música, playa, faro, Barcelona, Philip Glass, 4º sinfonía de Sibelius, cine, Audrey Hepburn, abrazos, sueños, fotografía, Veronika decide morir, proyectos, minutos, epicentro, Avenida Marítima, piano, amnesia, las seis y cuarto.

¡Ánimo y gracias por vuestra ayuda!

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domingo, noviembre 26, 2006

Incidencias del tráfico

Podría ir de aquí a allí en sólo cinco minutos, pero he tardado cinco horas. He encontrado dos atascos de neuronas encolerizadas, me he topado con mi paciencia que estaba de huelga, han cortado la autopista porque mi orgullo daba una conferencia en la línea continua que separa mi yo y mi él, se han puesto en rojo todos mis celos, he dado vueltas sin parar en la espiral de mis pensamientos, he tomado la salida equivocada y he terminado en el barrio de mi ira. Al final, como me he encontrado en obras la zona de mi autoestima, he confundido en el transbordo mi verdad con mi realidad y he acabado perdida en la estación de mi incertidumbre.
Una vez allí he preguntado que autobus tomar y me han recomendado que utilizara el metro de mis sentimientos, sí, esa línea que tiene correspondencia con la línea de mi cariño en la parada de mi perdón y tras mirar durante veinte minutos el mapa de mi confusión he descubierto que podría haber tardado sólo cinco minutos en llegar allí porque todos los caminos llevan a él.

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martes, noviembre 14, 2006

A veces todo lo que necesitas es un abrazo


Siempre he sido partidaria de los abrazos. Soy una abrazadora de nacimiento, debo llevarlo en los genes. Siempre he pensado que un abrazo vale más que mil palabras, que un abrazo vale más que mil imágenes, que un abrazo vale más y punto.
Cuando me preguntan por qué son tan importantes para mí me cuesta contestar. Suelo decir que es por la transmisión inherente de energía que se produce, pero no es sólo eso. Un abrazo en un momento malo significa poder repartir/dividir la energía negativa, en un momento bueno, significa poder compartirla. Me preguntan qué ocurre si la energía negativa se comparte y no se reparte, y siempre contesto que eso nunca ocurre, no sé por qué, pero nunca ocurre. Supongo que será una de las funciones intrínsecas de los abrazos…
Un abrazo sirve para felicitar, para consolar, para desahogarse, para transmitir una buena noticia, sirve para llorar, para reír, para amar, para desestresarse, para vivir… Dicen los expertos que se necesitan 8 abrazos al día para crecer, se dice por ahí que hay niños que han pasado sus primeros meses de vida sin ningún tipo de contacto humano y han terminado muriendo. Necesitamos los abrazos para vivir, y yo debo ser adicta porque los necesito continuamente.
También es verdad que en mí nacen solos, que de repente abrazo a la gente casi sin pensarlo, que me acerco a mis amigos por detrás y les sorprendo con un abrazo, que me basta un abrazo para saber cómo se encuentra la otra persona, que me basta un abrazo para hacerla sonreir –al menos un poquito-.
Por todo eso no he podido evitar unirme a este movimiento. ¿Veis la imagen que he puesto en mi blog? Viene de la web Abrazos gratis y que es el centro español de un movimiento que está expandiendose por el mundo. ¿En qué consiste? En dar abrazos gratis. Sólo eso, se trata de abrazar a la gente, de abrazar, de conseguir alegrarle el día a las personas, de crecer, de transmitir todo el buen rollo que implica estar abrazando continuamente, y de repartir energía negativa, de desestresar. De todo eso va.
Juan Mann (por semejanza fonética con One Man) es un australiano que ha inventado el movimiento que ha comenzado a copiarse en España de la mano de Joan Planas el autor del corto Con ánimo de lucro, donde incluye esta iniciativa. En este vídeo se puede ver a Juan Mann en una de sus actividades en la calle.


Yo me he apuntado sin duda ¿Y tú? ¿Te animas a dar abrazos?

Un abrazo sincero y gigante para todos ustedes.

Pd. Gracias al blog de Seoman que me ha descubierto esta iniciativa.

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jueves, noviembre 02, 2006

Un gusano

Creo que hay un gusano que hace algo así por ahí. Uno que me obliga a reiniciarme continuamente, sin darme la posibilidad de comenzar de nuevo en serio. Es un gusano molesto, no me deja vivir ni morir, no me deja participar ni mostrar apatía, sólo me reinicia constantemente. A veces se me hace necesario ese reinicio, se me hace necesario empezar de cero, encenderme y comenzar con mi vida como si nada anterior hubiese pasado. A veces lo pido a gritos, ese reinicio, ese olvidar, ese recordar, ese saber dónde estoy y de dónde parto. A veces reiniciar es la mejor forma de continuar.
Y sin embargo, reiniciar continuamente no sirve para nada, no se olvida, porque no da tiempo a olvidar, se recuerda porque no da tiempo a no recordar, el cuerpo se cansa, la mente se oxida, la impotencia y la imposibilidad de parar el proceso me pudren por dentro, resecando mis ideas y aplastando mis sueños. Reiniciar continuamente es gritar continuamente, gritar a pesar de no tener aliento, ni fuerzas, gritar a pesar de haberse quedado sin voz, simplemente gritar sin fin. Un gusano, un gusano que es el culpable de todo y el culpable de nada.
Parece simple deshacerse de él, al fin y al cabo es sólo un gusano, pero no me deja tiempo. Cuando por fin creo que voy a acabar con él, me reinicia de nuevo. Y es que no me queda tiempo ni siquiera para pasarle el antivirus. No hay tiempo, sólo reiniciar y reiniciar sin parar. Eliminar todo y comenzar la instalación por el principio tampoco funciona, ya lo he probado. Empezar de cero así, sin más, continuamente y sin descanso, pero todo esto comienza a ser insoportable para mí.
He tomado una decisión, una decisión que va a condicionar todo lo que conozco de mí, una decisión que acabara conmigo, pero una decisión, la única decisión que puede vencerle. Voy apagarme completamente.

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sábado, octubre 21, 2006

Bésame

Agosto 2002.Fue entonces cuando ella creyendo conocer por primera vez el amor, escribió estas palabras, escuchó esa canción y suplicó a gritos que la besara. "Bésame, mírame a los ojos y bésame", no necesitaba nada más.
Han pasado cuatro años, y ella ha dejado de suplicar, ha dejado de creer en el poder de los besos, ha dejado de confiar en ellos, incluso ha dejado de desearlos. Ha intentado en vano explicar lo que se siente, pero no lo recuerda.
Ha buscado a gritos un momento que recordar, una voz que gritara en susurros "Bésame", pero no ha encontrado nada. Y se ha puesto a divagar ante el papel en blanco, se ha puesto a soñar y se ha olvidado de besar de nuevo.
Ha olvidado que no existen palabras para pedir un beso, que los besos no se piden, se dan, que los besos se piden con miradas y se escriben con momentos, que los besos se sueñan y se viven con igual intensidad. Ha olvidado lo que significa “bésame” porque jamás lo escuchó de nadie, ha olvidado lo que significan los besos, porque jamás le pidieron uno y jamás los pidió.
Ha olvidado por olvidar, porque en realidad nunca recordó el olvido más que ahora.

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domingo, octubre 15, 2006

16ºC

Increíblemente desubicada. Me siento así y sé que en el fondo es así porque estoy de vuelta. Desubicada porque sé que este no es mi sitio y por mucho que me empeñe no encajo aquí. Desubicada porque aunque quizás Madrid y Valencia tampoco lo sean, al menos allí con un poco de esfuerzo podría encajarme con facilidad.Aquí no.
Desubicada porque los cuatro días de Valencia me han transportado dos años atrás y me han hecho sentir y vivir como lo hacía entonces, con la gente con la que lo hacía entonces, con el ambiente donde me movía entonces, con los cafés que me tomaba entonces, y con gente nueva. Como si nada hubiera cambiado excepto el alojamiento, todo seguía igual, ellos y ellas seguían igual, la Bodega, el Radio City y el Café Lisboa seguían igual. Y yo me sentí a gusto viviendo este flashback momentáneo, esta vuelta al pasado que parecía tan real y tan eterna como lo parecía entonces. Gracias a todos.
Desubicada porque aún me siento allí, porque mi alma se ha quedado allí, porque mi ganas se han quedado allí, porque mi ilusión se ha quedado allí.
Desubicada porque los tres días de Madrid me han hecho volver a recuperar cariño olvidado, guardado en un baúl, conversaciones interminables, abrazos, sueños compartidos, vacíos comunes, y futuros inestables pero comprensibles para nosotros. Desubicada por volver a compartir momentos con ciudadanos del mundo, perdidos en sus búsquedas y sus ciudades, pero enteros, complejos, enormes en su infinita profundidad. Desubicada porque me doy cuenta de cuánto los necesito, de cuánto los sigo necesitando, de cuánto no quiero perder. Gracias a los 3 por un día inolvidable.
Desubicada porque he vuelto a vivir el fin y el principio de la mejor etapa de mi vida. El fin y el principio de golpe, con millones de sensaciones, con la infinita serenidad y la paz de quien se siente bien, absolutamente bien, completamente bien. El fin y el principio en 7 días, con toda la nostalgia que eso significa.
Desubicada porque después de vivir allí extrañamente cuatro días de 30ºC y tres días de 22ºC, llego aquí y el señor clima me obsequia con unos míseros 16ºC sin sentido, incomprensibles, estresantes 16ºC.
Desubicada porque estoy aquí pero no me siento aquí. Desubicada porque soy yo y no me siento yo. Desubicada por ser y no estar. Desubicada por sentirme engullida por un agujero negro que comienza ya a crecer en mi interior. Desubicada porque sí, sin más; pero desubicada al fin y al cabo.
Desubicada porque no me encuentro. Aquí no.

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martes, octubre 10, 2006

Asfaltar el cielo

- Le diremos al piloto que aparte bien las nubes y asfalte el cielo.
Contesta ella ante las quejas sin sentido de los pasajeros. Perdemos altura y lo sé. Lo sé porque ella aparecía hace un rato en la parte central de mi ventanilla, me miraba cara a cara, de igual a igual pero no ha aguantado mucho mi impertinencia y ha trepado hasta lo más alto de mi cristal. Perdemos altura pero la sigo viendo, sigo quedándome absorta ante su majestuosidad. Se lo agradezco, le agradezco su generosidad o la de quien sea el culpable de que yo haya viajado hoy. La de aquel que nos ha hecho coincidir aquí, entre las nubes y su generosidad - o altanería- que la han arrastrado a mostrarse hoy más bella que nunca, completamente llena, visible como jamás lo había sido, en medio de esta inmensa oscuridad.
¿Asfaltar el cielo? Sólo nos faltaba eso. ¿qué importan cuatro nubes y tres turbulencias a cambio de una luna infinitamente bella?
Perdemos altura y las turbulencias aumentan y sé que es cosa tuya, no te pongas celosa, mi cielo, sólo necesitaba poner por escrito lo que siento por ti. A partir de ahora mis ojos serán sólo tuyos. Para siempre.
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Casualidades que han hecho posible este encuentro en el cielo: Que ellas vinieran esta semana, que no me cogieran en el trabajo, que decidiera tomar un avión, que el billete más barato fuera para este día, que el avión se retrasara hasta su aparición (una hora), que llegara a tiempo para elegir ventanilla y no pasillo y que la chica me haya dado la ventanilla del lado derecho. Siete casualidades. Siete casualidades que han permitido hoy nuestro encuentro. Definitivamente te mereces mis ojos. Para siempre.

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jueves, octubre 05, 2006

Un día

Un día. Un día y me habré marchado. Un día y comenzarán los cuatro días. Cuatro días y luego tres. Un día y estaré con ellos. Sí, al final no hay trabajo, no me quieren (aún), así que cuatro días. Cuatro días y luego tres. Cuatro días y tantas cosas, tanta gente, tantos abrazos, tanto por descubrir, tanto por recordar, tanto. Cuatro días y luego tres. Tres de locura, de abrazos, tres de reírnos por ser tan tontos que contamos los días que llevamos sin vernos –exactamente un año, tres meses y quince días-, tres días de reírnos de todos los que no comprenden nuestra amistad. Tres días. Cuatro días y luego tres. Cuatro días de Valencia, cuatro días de Jardines del Turia, cuatro días del Carmen, cuatro días del Black Note, la malvarrosa, cuatro días de Torres de Serrano, cuatro días de Cines Babel, cuatro días de Estació del Nord y cuatro días de Aragón, 1 sin Aragón, 1, esta vez. Cuatro días y luego tres. Tres días de Madrid, tres días del Retiro, tres días de Cibeles, del Prado, de metro y de atascos, tres días de capital, tres días de cafés aquí y allí, tres días de “aquí hay de todo”, tres días de rastro, tres días de Malasaña y de Antón Martín, tres días de “pongamos que hablo de Madrid”. Cuatro días y luego tres. Cuatro días de ellas, cuatro días de inglés y de alemán, cuatro días de te quieros y de te echo tanto de menos, cuatro días de envidia “al menos tú has conseguido volver”, cuatro días de futuros inestables y de pasados comunes, cuatro días, cuatro días perfectos. Cuatro días y luego tres. Tres de él, y de ellas, espero. Tres días de ciudadanos del mundo, de viajeros sin rumbo y de encuentros en aeropuertos, tres días de vidas ya completamente estables –trabajo, pareja y ahora convivencia-, tres días de recuerdos comunes y futuros tan diferentes, tres días de español y de madrileños.
Cuatro días y luego tres.

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jueves, septiembre 28, 2006

El cascabel

Llevo un cascabel en el zapato. Sí, lo reconozco. Ese incansable tintineo que suena por aquí soy yo. Y la verdad es que no tengo muy claro aún por qué lo llevo. Sé que lo encontré hace días en una caja de recuerdos. Este pequeño cascabel estuvo una vez atado al cuello de un elegante conejito de chocolate que alguna de mis duendes dejó para mí un amanecer frente a la puerta de mi habitación. Ese día fue el comienzo de una de mis nuevas vidas, fue el comienzo de la esperanza y de la ilusión, de la adrenalina incontrolada y la sensación de hacer por fin lo que realmente me gustaba. Ese conejito me prometía suerte y me la dio.
Hace unos días encontré su cascabel –obviamente el chocolate en mi poder no sobrevive tanto tiempo- y no supe qué hacer con él. No podía deshacerme de él, era un recuerdo, pero tampoco podía dejar un cascabel mudo dentro de una caja de memorias. Así que me lo puse en el cordón de mi zapato.
Y ahí está. Al principio me pareció bastante tonto llamar de ese modo la atención a mi paso, de hecho me resultó incluso vergonzoso, pero cuando descubrí que normalmente la gente no descubre de dónde proviene el tintineo y a menudo ni siquiera se dan cuenta de que existe, entonces decidí llevarlo para siempre. Posiblemente, supongo, están tan atareados y estresados que piensan que el tintineo es fruto de su imaginación o de la locura momentánea de sus cerebros, una especie de llamada de atención de sus cuerpos física y mentalmente cansados.
Y me gustó la sensación. Me gustó llevar un cascabel en el zapato, me gustó llevar un cascabel que marcara mi paso, me gustó de verdad poder pensar: “¡Qué loca estoy! ¡Llevo un cascabel en el zapato!”
Y los demás...mejor que se preocupen de sus propias locuras.

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miércoles, septiembre 13, 2006

Condiciones de Aislamiento y Penosidad

Las aulas y las bibliotecas se llenan de estudiantes. Unos se pelean por no entrar, por no volver al colegio, otros, los más jóvenes, se alegran de volver a estar con sus amigos, de compartir juegos y risas, de burlarse de la profesora, otros, los universitarios, caminan hastiados y se pelean por conseguir un sitio en la biblioteca deseando terminar de una vez para sentirse por fin libres, al menos durante un par de semanas. Ella está leyendo una especie de contrato concienzudamente, no tiene presiones, ni más exámenes, sólo una lista con las cosas que le quedan por comprar y una mochila con lo básico y necesario para estos próximos 20 días, y ese contrato. Tiene que firmarlo y lo más extraño es que parece contenta, ilusionada mientras acepta las Condiciones de Aislamiento y Penosidad que allí se exponen, mientras con su nombre, DNI, y un garabato, afirma: Sí, quiero. Se va tres semanas a vivir en condiciones de aislamiento y penosidad, a pasar hambre, a comer alimentos poco saludables y puede que incluso en malas condiciones, a olvidarse del agua corriente, pero se va porque quiere, se va porque se acerca una aventura, se va porque sabe que cuando vuelva habrá cambiado, habrá madurado, habrá crecido como persona y habrá avanzado a pasos gigantescos en el conocimiento de la vida, se va a cuidar tortugas a una pequeña isla de Cabo Verde, a cuidar tortugas sin más, sin premio. Se irá con dos vacunas más en su cuerpo, una mosquitera, y un botiquín, y como no, con las Condiciones de Aislamiento y Penosidad perfectamente firmadas.

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miércoles, septiembre 06, 2006

Empezar de nuevo

Empezar de nuevo, sin destino y sin tener un camino cierto que me enseñe a no perder la fe, escapar de este dolor, sin pensar en lo que fue cuanto aguanta un corazón sin el latido del creer...



Ellos dicen que lucharemos juntos por los cuatro días, sean los planeados o sean otros, pero lucharemos sin que eso afecte a nuestra vida, o mejor aún lucharemos para que eso afecte pero de forma positiva.
Sin duda, hay amigos que son de verdad y para siempre, aunque sólo nos veamos cuatro días en 10 años.

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domingo, septiembre 03, 2006

Coge el trabajo

Coge el trabajo. Coge el trabajo. Coge el trabajo. Todo el mundo me repite lo mismo, todo el mundo. Pero yo no puedo tomar decisiones así. No puedo tomar decisiones cuando las ventajas y desventajas se miden con diferente rasero. No puedo tomar decisiones cuando las desventajas afectan a mi estado emocional, a la necesidad de ver a ciertos amigos a los que no volveré a ver nunca, sólo esos cuatro días. Y las ventajas afectan a mi futuro profesional, a mis sueños, a poder disfrutar de mi futuro e independizarme durante el próximo año de mi vida. No puedo tomar decisiones cuando además tomar esa decisión implica sacrificar un año más, gastar un año más, aunque luego el año se gaste solo de todas formas, y olvidarme de vivir. Pero sobre todo no puedo tomar una decisión cuando tengo que elegir entre mis amigos o una posibilidad de cumplir mi sueño -tampoco es la única, aunque sí la más segura-. No puedo tomar una decisión cuando significa retrasar un poco, o quizás mucho, o quizás para siempre la reconstrucción de uno de los pilares, o retrasar un poco, mucho, o tal vez para siempre, la reconstrucción de otro.
La verdad lo único que se me ocurre es retrasar la decisión tomarla cuando ya no necesite decidir, arriesgándome con ello a que pierda el trabajo, a que pierda la posibilidad de reconstrucción de este pilar -aunque tampoco tiene por qué ser la única- pero asegurándome que estaré allí con ellos, que podré verlos -aunque sea por última vez- esos cuatro días.
Así no se pueden tomar decisiones.
Esto es un desastre.

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viernes, septiembre 01, 2006

Nada

(Y aquí lo que quería escribir antes de que el mundo se desmoronara de repente)
Son las cinco de la tarde y nada. Simplemente nada. Miro alrededor y nada. Miro dentro y nada. Sólo la nada que es el principio y el fin. Nada.
Algunos dicen que la nada visible es el reflejo de una mente compleja e inconformista y en consecuencia analítica por naturaleza. Yo los escucho y nada. Pienso que en realidad es sinónimo de falta de personalidad y de vacío interior. Lo pienso, lo creo, lo pienso en voz alta y nada.
Si al menos al preguntar escuchara el eco de mi voz, aún quedaría esperanza. Si al menos al descartar, pudiese quedarme con algo más allá de la nada. Algo. Pero nada. Aún sigo aquí, buscando entre los despojos de lo que algún día fui. Suspirando, respirando y volviendo a suspirar. Y nada. Ni siquiera un tercer suspiro puede ahora llenar este vacío. Nada, nada aquí y ahora, nada en el pasado difuso de unos sueños, nada en el futuro invisible de ese ayer en blanco, nada.
Y en la nada, por primera vez, absolutamente nada, ni siquiera yo.

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lunes, agosto 28, 2006

Desde el principio...

Iba a comenzar escribiendo algo que quería escribir hoy, pero he cambiado de opinión, ya nada tiene sentido, todo ha pasado a un segundo plano porque el mundo acaba de derrumbarse.
Acaba de derrumbarse ante mis ojos pero sin dejarme posibilidad ninguna de evitarlo. Y ante tal tragedia no me queda otra opción que dedicarle, al menos, una entrada en mi blog.
Se ha derrumbado a mi alrededor, se han caído todos los pilares que sustentaban mi vida, y no consigo levantarlos, supongo que a ti te habrá ocurrido igual ¿no? O tal vez no, quizás sólo se haya derrumbado la parte del mundo que está a mi alrededor, quizás sólo se haya derrumbado mi mundo aparte.
Y no sé que hacer, llevaba días desmoronándose, y hoy cuando creía que había conseguido fortalecer los cimientos, los muros se caen abajo. Ha quedado sólo un esqueleto gris y triste, un decorado sin paredes, una desolación sin solución. Simplemente queda la nada, sólo y únicamente la nada y ese vacío interior que no me deja respirar, todo lo demás se ha venido abajo. Justamente ahora, ahora que parecía que podía dedicarme a pintar las paredes y a mejorar su aspecto exterior, todos los muros se han venido abajo.
Y es verdad, si se han venido abajo es porque no estaban bien construidos, porque he dedicado demasiado tiempo a fortalecer los cimientos y me he olvidado de las paredes, me he olvidado de las vigas, y me he olvidado de todos los pilares importantes de mi mundo, hasta que no han aguantado más y se han caído.
Se han derrumbado sin solución, ya no hay forma de recuperarlos, o de que vuelvan de nuevo a su lugar por su propio pie, no queda más remedio, me tocará volver a ponerlo todo en su lugar, volver a reconstruirlo todo, desde el principio.

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martes, agosto 22, 2006

Entre juglares limítrofes

Vivo entre juglares limítrofes. Vivo entre los chistes de aquí y de allá. Vivo en el límite entre la realidad y la ficción. Vivo entre juglares limítrofes. No soy de aquí, no me siento de aquí, aunque vivo aquí. Pero tampoco soy de aquí, de este otro lado, nunca me sentí de aquí, aunque vivo aquí, porque vivo entre juglares limítrofes. Vivo en la misma línea que los separa, en la línea que me cuenta lo que fui, lo que soy y lo que voy a ser, pero que se ha vuelto loca, se ha vuelto graciosa, por pasar tanto tiempo entre juglares, y me cuenta cada día una historia diferente.
Ayer yo había sido la hija de un pescador en Nueva Zelanda, era una estudiante de Ciencias Marinas en Inglaterra e iba a ser una futura científica investigadora en los mares de la Macaronesia. Hoy, sin embargo, la línea ha cambiado de opinión, dice que nací en Aguascalientes, México; que estudio en la Universidad de Guadalajara y que voy a ser profesora de Español en Austin, Texas. Mañana... quien sabe. Y la verdad es que yo me estoy cansando ya de tanta broma, me estoy cansando ya de no saber nunca quien soy ni por qué, y mucho menos a dónde me dirijo. Y todo porque vivo entre juglares limítrofes.
Durante mucho tiempo fue gracioso, fue sumamente enriquecedor, y tomarse las cosas en broma me ayudó a vivir con mucha más holgura, pero el tiempo pasa y ahora en cierta manera envidio a los que viven entre caballeros limítrofes, entre mercaderes limítrofes o entre ladrones limítrofes. Les envidio por la vida que llevan, por tener objetivos claros, por saber lo que buscan y lo que son, pero en el fondo sé que si me mudara echaría de menos a mis juglares cada instante. Y es que después de tanto tiempo entre juglares ya me siento uno más de ellos.

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sábado, agosto 19, 2006

Bienvenido a casa

"Me conformo con que me ames sólo cinco minutos, y luego cinco minutos más, y luego cinco más, y ..."
Pilar Lopez de Ayala. Bienvenido a casa

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jueves, agosto 17, 2006

A veces

- A veces me conformo con mirarle a los ojos desde acá, a veces me basta sólo con verle sonreír y en ocasiones, únicamente su risa puede apaciguar este mar que llevo dentro.
- Tu naturaleza salvaje ¿no?
- Sí, mi oculta naturaleza salvaje, la que sólo unos pocos consiguen descubrir pero la que en el fondo me guía siempre en mi vida. Parece irónico ¿no? Que algo que no es visible para lo demás sea capaz de gobernar de esta forma mi comportamiento. Sí, en el fondo es tan irónico como la vida. Pero después de todo sigo acá, viviendo tempestades, intentando bajar continuamente de este tren en ruta, intentando alargar las horas de mi día, conversando deprisa, sin pausas, escuchando poco, intentando ser capaz de hacer y pensar diez mil cosas a un tiempo, ninguna bien para variar. Consiguiendo así que nadie la vea. Irónica la vida ¿no?

Y el tiempo pasa...

- A veces me conformo sólo con mirarle a los ojos desde acá, entre la multitud, a escondidas. A veces me basta saber sólo que está bien, allá, en su casa de la playa jugando con los delfines, y en ocasiones, únicamente saber que está –sea como sea- es más que suficiente.
- ¿Cómo se enamora la gente?
- No sé, simplemente pasa. Yo creo que es cuestión de segundos: un día le mirás a los ojos y te preguntás cómo habéis sido capaz de sobrevivir hasta ese momento sin él en tu vida, entonces te dás cuenta de que es demasiado tarde, de que vos estás enamorada.
- ¿Y si no pasa? Puede que no pase nunca...
- Si no pasa será porque vos no habrás permitido que pase, te mentís sobre tus sentimientos, te negás a reconocer que te habéis enamorado, incluso sin darte cuenta. Hay mucha gente que tiene miedo al amor.

Y el tiempo sigue pasando...

- A veces me conformo sólo con mirarle a los ojos desde acá, desde la otra orilla, en secreto. A veces sólo me basta verlo pasear a los lejos, en su orilla paralela, y en ocasiones, lo único suficiente es poder pasear yo.
- ¿Y vos? ¿No te cansás de amar siempre, a ratos, a saltos? ¿no te cansás de amar tanto?
- ¿Para qué querés la vida si no amás? ¿para qué querés la vida si no dás todo lo que podés?
Andáte, y dejáte de preguntar boludeses.

Y el tiempo deja de pasar...

(suspiro)

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viernes, agosto 11, 2006

Sobrevolando tejados

Podemos volver a volar sobre el tejado de Doña Otilia, nunca se dará cuenta de que lo hacemos, está definitivamente sorda. Se pasa las tardes hablando con el cuadro de su difunto marido, así que además debe estar también un poco ciega. Seguro que no ve nada más allá de sus propias narices. No nos ve, no nos ve pasando cerca de su ventana y no nos ve rozando apenas los girasoles del jardín al alzar el vuelo.
En realidad puede que simplemente esté loca. Eso explicaría muchas de las cosas que se oyen y se escuchan en su casa. Vive sola desde hace años y no deja entrar a nadie ni se deja ayudar por nadie. Y se oyen ruidos extraños... Lo sé porque pasamos muchas tardes sobrevolando su tejado.
A mí, sinceramente me da igual, me conformo con poder seguir volando sobre su tejado. Nadie más lo permitiría. Las personas correctamente normales no pueden evitar vernos con malos ojos, no lo comprenden. No entienden por qué no nos volvemos a casa a sobrevolar nuestros propios tejados, no entienden que nos guste un tejado diferente, aunque no tiene porqué ser uno diferente cada vez. Con el tejado de Doña Otilia tenemos suficiente.
Sobrevolar nuestros tejados no tiene sentido, no nos va aportar nada nuevo, los conocemos a la perfección y nos mata el aburrimiento sintomático que produce la mera posibilidad de sobrevolarlo. ¿Y para qué? Sin embargo, el tejado de Doña Otilia es escrupulosamente perfecto, y odiosamente estimulante. Con tejados como ese, sí que merece la pena dejarse llevar.
La gente correctamente normal no sabe lo que se pierde. Sin duda, lo mejor de la vida es sobrevolar ciertos tejados. Sólo unos pocos, los adecuados, los escogidos, lo estimulantes, pero sobrevolarlos, sobrevolarlos, al menos, una vez a la semana.

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miércoles, agosto 09, 2006

Ella

Y, simplemente, no dije nada, hablé mucho, pero no dije nada, y me subí a la guagua, y me dediqué a mirar por la ventana, hasta que alguien, una antigua conocida del colegio, se sentó a mi lado y me preguntó por mi vida, ¿mi vida?
(suspiro)
Y llené conversaciones vacías, y hablé de mi historia, sin mi historia, hablé de cosas sin importancia, y entonces, al subir una montaña, ella apareció ahí, imponente, brillante y única, la luna se alzó dorada y roja en un atardecer precioso, ella estaba ahí justo un poco por encima de la línea del horizonte, sin mirar ni ser mirada, mostrándose una vez más mucho más bonita que ese sol que parece mucho más fuerte que ella, y corté la conversación superficial, ¿no la ves?, ¿no te maravilla? ¿no te cuenta nada?, dos segundos, y mis palabras cayeron en saco roto, intenté fotografiarla y se escabulló, "mírala que astuta la luna no pide cuentas al sol", y cuando por fin aquella guagua me dejó mirarla a la cara, sin ventanas, sin cristales, decidí hacerlo, porque no es momento de empezar a mirar a la luna de reojo.

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sábado, agosto 05, 2006

Y volvemos a mirar...

pero esta vez con un poco menos de esperanza...

... y de tiempo.

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martes, agosto 01, 2006

Miramos...

Miramos por la ventanilla de la guagua sin poder evitar ir más allá de ese cristal vacío e insulso, sin poder evitar atravesarlo y saltar al vacío.
Miramos por la ventanilla de esa guagua y el mundo parece haber cambiado de color, pero... ¿de qué color?
Miramos por esa ventana y el mundo allá afuera está estático, detenido en un segundo, observado por nosotros, que miramos sin sentido a través de ese cristal.
Miramos, y me pregunto por qué lo hacemos, me pregunto qué pretendo encontrar allá afuera, qué pretendo encontrar en ese paisaje que responda los interrogantes de mi vida.
Miramos, y me pregunto por qué miras, me pregunto qué pretendes encontrar allá afuera, qué intentas descubrir entre los árboles, me pregunto si realmente estarás mirando...
Miramos, aunque no sé si las mismas cosas, miramos aunque no sé si el mismo mundo, miramos, pero no sé si con los mismos ojos, miramos, quizás, por el simple hecho de mirar.
Miramos, y vuelvo a cansarme de mirar, es precioso, sí, pero no me dice nada nuevo, aquí, al otro lado de la ventanilla, las cosas siguen igual que antes de que empezaramos a mirar.
Miramos, y de repente tú dejas de mirar, quizás nunca miraste, quizás también te has cansado de mirar.
Y ahora desde este lado de esa ventanilla, nadie mira ya.

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domingo, julio 30, 2006

Para DarkBlue7

Sé que quizás debería haberte pedido permiso, quizás debería haberte preguntado antes de usarlo, quizás... pero este mundo (el ciberespacio) es a la vez tan cercano y tan impersonal que no sé dónde quedan los límites de lo propio o de lo nuestro.
Como siempre, me encuentro embarcada en proyectos de éstos míos, y lo sé, debería hacer más uso de mi imaginación en estos casos, pero no he podido evitarlo. La imagen que describiste, la imagen ante el espejo, la imagen de insatisfacción ante el espejo, me parecía tan expresiva y decía tantas cosas que no pude evitar usarla.
Nadie lo verá nunca, sólo unos pocos lo leerán alguna vez, y posiblemente la historia, como quedó al final configurada, no tendrá ni mucho ni poco que ver con la que intentabas contar, pero esa imagen es tuya, y será siempre tuya.
Por ello sentía necesario dedicarte un hueco aquí, un agradecimiento por esa imagen, como homenaje porque ella fue la semilla que hizo nacer esa historia en mi cabeza, y quizás como disculpa por haber utilizado algo que probablemente no te haga sentir bien.
Gracias

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Tan real como la vida que llevamos

"Y se corría a ochenta kilómetros por hora hacia las luces que crecían poco a poco, sin que ya se supiera bien por qué tanto apuro, por qué esa carrera en la noche entre autos desconocidos donde nadie sabía nada de los otros, donde todo el mundo miraba fijamente hacia adelante, exclusivamente hacia adelante."

La autopista del Sur, Julio Cortázar

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martes, julio 25, 2006

La historia se escribe en hojas desordenadas

A. tenía esta frase como nombre y desde el momento en que la leí me dí cuenta de que tenía y tiene razón.
Hay cosas que no sabes que han pasado hasta mucho tiempo después, y en tu historia se escriben después aunque hayan sucedido mucho antes en la historia de otras personas.
Hay situaciones que nunca llegan a pasar, se sueñan, se imaginan y en cierta forma se viven pero no ocurren nunca, aunque queden escritas en nuestra historia para siempre.
A veces escribimos algo en nuestra historia y con el tiempo descubrimos que no fue así como realmente sucedió, descubrimos que nuestra subjetividad nos impidió ver lo que ocurrió en la realidad, y al descubrirlo nos vemos obligados a reescribir nuestra historia.
Pero la historia no se puede reescribir. Las páginas, como los días, pasan y sólo nos queda el recurso de poner lo escrito como condicional y escribir nuestra verdadera historia en páginas desordenadas.

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domingo, julio 23, 2006

Transición

Hoy comienza un viaje nuevo. No sé a dónde me llevará, sólo sé que hoy me toca cambiar de andén. Me subiré a un tren sólo como transición en mi búsqueda, que me llevará tal vez a otro andén o tal vez me devuelva de nuevo a éste. No lo sé. El banco esta vacío, me llevo una maleta llena de recuerdos, de personitas, de sueños, de duendes.
Hoy me toca cambiar de andén, esperemos que llegue bien a mi nuevo andén, y sobre todo recemos para que desde este nuevo andén parta el tren al que llevo tiempo esperando.

pd. Mientras, quizás al estar viajando tenga menos tiempo para pasearme por aquí a saludarlos, pero espero poder seguir haciéndolo a menudo.

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martes, julio 18, 2006

Entropía 2

Con el fin de aumentar definitivamente el nivel de entropía de mi caos, y sobre todo por el gran número de microestados que han surgido ante las dudas sobre el significado de Entropía, y el verdadero origen de la entrada. He decidido incorporar una nota al pie a modo de explicación. Se perderá en cierta medida la espontaneidad de la propuesta, pero evitaré de este modo que la entropía siga creciendo a pasos agigantados.
Para comprenderlo todo: Entropía

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lunes, julio 17, 2006

Hoy no

Te despiertas un lunes cualquiera de un mes cualquiera. Te despides de A. antes de salir. Ella sí se va de vacaciones. Tienes problemas para llegar al trabajo, las puertas del metro no se abren y los trenes pasan. Una vez en la oficina te pasas horas rellenando datos delante de un ordenador, ni siquiera te apetece leer tus correos. Hoy no.
Casi no le diriges la palabra a tu compañera y te sorprendes a tí misma. No te apetece hablar, ¿tan malo es? Vuelves a casa, pero te sientes extraña, te encanta hablar, lo necesitas, ¿qué ocurre hoy?
R. te llama al móvil, estás deseando hablar con él, hace más de un mes que no sabes nada y por la fecha y la hora en la que llama, deben ser buenas noticias. Sin embargo, miras durante unos minutos su nombre en la pantalla, lo piensas, le quitas el sonido para no molestar a los demás, lo piensas, sí, no, sí, no, ... no. Decides no cogerlo, simplemente no te apetece hablar. Hoy no.
Cuando bajas en tu parada, recuerdas que tu nevera y tu cocina están vacías y haces una excursión sin ganas al supermercado. Te deslizas por los pasillos, miras a todos lados, ¿qué te apetece comer? Nada, no te apetece nada, pero hay que comer. Y te paseas extasiada por los pasillos: las pastas, arroz, verdura, embutidos, carne, pescado, bebidas... Todo en tu cabeza comienza a ir mucho más despacio, a cámara lenta y vuelves a preguntarte: ¿qué quieres comer hoy? Suena Ben Harper entre las estanterías y la escena se ralentiza aún más. Decides darte un capricho, decides recorrer el supermercado en busca de algo que no comprarías, algo que no va a sentarte bien, sólo por capricho. Y lo encuentras...
Decides dedicar la tarde a ir de compras, nunca lo haces, tampoco callas nunca y hoy lo has hecho, pero desperdicias más de dos horas probándote ropa, volviendo locas a las dependientes y desistes. Ir de compras no es lo tuyo y te vas a pasear sola, a respirar, a sentir...
L. te llama, supongo que querrá tomar un café, miras su nombre en la pantalla, lo silencias, disfrutas por una vez en tu vida viéndolo sonar y dejar de hacerlo, no te apetece hablar. Hoy no.
Ocultas tu número, marcas el suyo, descuelga y habla, pero no contestas, sólo necesitabas oir su voz al otro lado del teléfono, escucharle hablar, escucharle al menos, cuelgas, no te apetece hablar.Hoy no.
Y piensas en todas esas cosas que nunca has hecho, en todos esos silencios que no has escuchado, en todas esas veces que no has tenido tiempo de vivir o de escuchar, preocupada en hablar constantemente, en llenar silencios, en evitar silencios.
Y te das cuenta de que estás hablándote en segunda persona y que puede que el atracón de 4 películas y un libro de Coixet de este fin de semana puedan estar comenzando a afectarte profundamente, llenando tu vida de silencios.
Necesitas hablar ya, por eso estás escribiendo este diálogo contigo misma.


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sábado, julio 15, 2006

En el Andén

Estoy de nuevo sola aquí. Sentada en el andén, echándote de menos, echándole de menos, viéndola entre la multitud, recordando lo vivido con todos, diciendo adiós a un nuevo tren, viendo llegar a gente en los trenes que se acercan, y preguntándome cuándo y dónde está el tren que espero. Llevo casi cuatro años sentada en este andén, he conocido a muchas personas que se han sentado junto a mí en este banco mientras esperaban a sus respectivos trenes. Algunas incluso han terminado sentadas en otros andenes, de vez en cuando me llaman y me cuentan que tal van las cosas en esos andenes de estaciones diferentes, de estaciones paralelas, de estaciones con otros trenes que se mueven en otras direcciones. Otros se han marchado en sus trenes y se dirigen ya irremediablemente hacia sus respectivos destinos, y yo les echo de menos, les echo de menos cada día, cada hora, con cada paseo por esta estación, por este andén, por esta vida.
Y me he descubierto despidiéndome de gente que ni siquiera está aquí conmigo, de gente que espera en otros andenes a sus trenes, de gente que un día decide en ese andén del otro lado del mundo coger un tren, de gente que un día decide en ese otro lado del mundo cambiar de andén, de gente que desiste y decide coger un tren con alguien que se ha sentado a su lado en ese otro banco de otra estación.
Y yo estoy de nuevo sola aquí. Sentada en este andén, decidiendo que tren coger, y me doy cuenta de que mi tren aún no ha llegado, que aún le queda como mínimo un año para que llegue y yo estoy de nuevo sola aquí. Y me canso, me canso de despedirme, de reforzar lazos con las personas que se sientan a mi lado para luego despedirme de ellas cuando parten sus trenes. Me canso de echar de menos, de vivir echando de menos, de llegar a extrañar a las personas cuando aún están aquí. Me canso de darme a conocer, de mostrarme como soy, de dejarme querer, cada vez me cuesta más ser yo misma porque vivo en un andén, y no puedo construir aquí mi casa.
Puedo decorar el banco para sentirme menos sola, pero serán sólo fotos y recuerdos de personas en el andén, y ahora necesito un compartimento, necesito que llegue pronto mi tren.
Mientras, por si decides hacer alguna parada en tu viaje, yo estaré aquí, sentada en el andén.

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jueves, julio 13, 2006

Entropía

He entrado aquí y me he dado cuenta de que todo está muy desordenado. He encontrado palabras sueltas por el ciberespacio, he visto alguna imagen dando vueltas sin sentido entre las entradas, deteniéndose a ratitos sobre los títulos y buceando entre los girasoles. Y me he preguntado hasta dónde ha llegado el nivel de entropía (1) de mi caos. Sin darme cuenta se ha disparado hasta niveles desproporcionados dádonle a mi desorden un aspecto mucho más caótico si cabe.
Me he preguntado qué ha hecho crecer el nivel de entropía, y he descubierto que cada estado que incorporo, cada cosa que incluyo hace dispararse los niveles de entropía. Esto ocurre porque cada entrada, cada palabra, cada espacio, cada estado podía haber sido otro estado, otra palabra, otra letra, y cada pequeña cosa que incluyo podía haber sido cientos de miles de cosas más. La entropía se mide con el conjunto de todas las posibles cosas que hubiera podido incluir, como todos los posibles estados en que puede estar mi blog, así que me temo que va a seguir creciendo a paso agigantados.
Y además es irreversible, aunque coloque las palabras en su estado correcto, es irreversible, porque siempre cabrá la posibilidad de que pudieran haber estado en otro estado, que fuera otra palabra, otra letra, otra entrada, y ya no habrá marcha atrás. Incluso cada comentario que hagan a mis entradas será un nuevo microestado, que llevará consigo otros muchos microestados posibles que elevarán la entropía hasta límites insospechados.
Pero la cosa no queda ahí, me he puesto a investigar y he descubierto que la espontaneidad es también un proceso irreversible, es decir, cuando la naturaleza cambia de estado de forma espontánea es porque se mueve a una situación más cómoda, y por ello el cambio es irreversible: ¡yo tampoco desearía cambiar de nuevo mi blog a una situación más incomoda!
Así que eso significa que siempre que escribo (o escriben) algo en mi blog de forma espontánea, el proceso será irreversible y consecuentemente los niveles de entropía crecerán con cada aportación hasta niveles cercanos al infinito.
Y entonces... ¿para qué ordenar mi blog? Quedémonos con el caos...
E intentemos convencer al mundo de que esta teoría es aplicable al desorden de mi habitación.
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(1) Entropía: la magnitud termodinámica que mide la parte de la energía que no puede utilizarse para producir un trabajo. En un sentido más amplio se interpreta como la medida del desorden de un sistema, y en el caso del universo suele decirse que mide el caos del mismo (aquí mide el caos del mi blog, véase el título).
-La entropia se define solamente para estados de equilibrio.
-Solamente pueden calcularse variaciones de entropia.
-La entropia en un sistema aislado aumenta cuando el sistema experimenta un cambio irreversible.

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miércoles, julio 05, 2006

Dos meses

Llevamos dos meses con este juego. Dos meses ya, y empiezo a aburrirme.
Al principio era divertido, mirarte cada día y pensar qué decir para molestarte, para que te vuelvas hacia mí resignado de nuevo con esos ojos, que planean ya el siguiente ataque pero me reconocen, no sin un poco de vergüenza, que sí, que la pelota está de nuevo en tu campo y que te toca golpear.
Era divertida la sensación en el estómago, los nervios, el no saber cuándo volverías a la carga, el esperar complaciente a que lo hicieras, a que devolvieras la pelota a mi campo, a seguir jugando.
Pero llevamos ya dos meses con este juego, y no sé si nos lleva a alguna parte. Te considero lo suficientemente inteligente para darte cuenta de que la situación está estancada, de que nos toca cambiar de campo, de juego, de estrategia, de lo que sea, pero nos toca cambiar. Y sin embargo, el tiempo pasa y nada ocurre. Ya lo sé, ya sé que también podría ser yo la que cambiara de campo, y de hecho creo que voy a hacerlo, pero no se me ocurre cómo ni qué hacer.
A lo mejor te pasa a ti lo mismo, no se te ocurre la forma de seguir, de avanzar. Y es normal, estamos invirtiendo todas nuestras energías en devolver la pelota, invirtiendo toda nuestra creatividad en ridiculizarnos y superarnos el uno al otro, siempre dentro de los límites de la ironía y la broma, sí, pero eso no es excusa.
Y ya es hora de cambiar de juego.
-Te propongo una cosa: ¿qué tal si dejamos la pelota en zona neutral y nos mostramos como somos? Si consigo que no te asustes demasiado con el cambio, te hago el amor apasionadamente durante toda la noche. Si no lo consigo y te asustas, me lo haces tu a mí como forma justa de venganza. ¿Cerramos el trato?

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jueves, junio 29, 2006

Aquí en el fondo

Y vuelvo a empezar.
He caído tan tan abajo en estos meses que debo haber tocado fondo. Y hoy (ayer, anoche, mañana, cuando sea) he descubierto que el suelo está aquí a mi alrededor, puedo tocarlo, no hay más bajada, puedo soñar con reconocerlo, con acostumbrarme a él, con coger impulso y levantarme.
Si aún entonces tengo suerte podré encontrar alguna escalera por donde subir, donde agarrarme, donde apoyarme o al menos un huequecito en la pared, una pequeña grieta que me ayude a subir, a salir de este agujero, a ver un poco de luz, y que el mundo se tiña de nuevo de dorado, que vuelva el amanecer sobre ese mar grisáceo y sobre esta tierra insípida.
Y hoy sentada aún aquí en el fondo comienzo de nuevo a soñar, comienzo de nuevo a existir, comienzo de nuevo a ser yo.
Por fin, he conseguido darme cuenta de que sí soy yo, que lo que dijo J. era verdad, y hoy aquí, aún en el fondo, sé que puedo dejar de ser Sen por un tiempo y descubrir de nuevo mi verdadero nombre.
Y hoy aquí, aún en el fondo, vuelvo a empezar.
El problema es que todo está muy lejos, muy arriba, porque sigo aquí, aquí en el fondo.
Al menos siempre me quedará soñar.

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viernes, junio 09, 2006

La insoportable levedad del ser

Parece sencillo enamorarse. Parece sencillo dejarse llevar y dejar que todo fluya. Parece sencillo mirar a nuestro alrededor y decir: Al menos yo soy capaz de enfrentarme a ello.
Parece...
Porque el amor no es más que un capricho incierto del espíritu. Es la parte indominable del ser. Se comporta como un ser independiente, autónomo y decide sin preguntar. Elige a quien vamos a querer o amar sin preguntarnos. Nos impone sus decisiones y nos obliga a vivir con ellas, a sufrir por ellas, a llorar por ellas, a soñar con ellas.
Indiscutiblemente me decepcionas amor, te creía capaz de elegir por mí con mayor atino.

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lunes, junio 05, 2006

Suspiro

(suspiro)

¿cómo suena un suspiro?
Llego aquí y suspiro, como si no tuviera nada mejor que hacer, como si no se agolparan las tareas tras la puerta, como si no golpearan en mi cabeza, como si no me dijeran a gritos: ¡Aún no has terminado con nosotras!
(suspiro)
¿De qué me sirve un suspiro?
Llego aquí y suspiro, simplemente por el placer de suspirar, por darme cuenta de cómo la vida sigue girando cuando yo me paro, por descubrir cómo, si no me reincorporo, me dejará atrás.
(suspiro)
Suspiro ya sin ganas, tres suspiros es demasiado suspirar... ¿qué aporta un tercer suspiro? Aburrimiento de suspirar, aburrimiento de llegar aquí y suspirar, aburrimiento por dejar que la vida siga su camino, sin mí, contigo, sin tí, conmigo, sin lo que soy, con lo que son.
(Respiro)
Me voy de aquí, me voy de aquí y te dejo suspirando por mí, me voy de aquí y te dejo para que suspires a gusto, para que te aburras, para que te canses y te vengas conmigo a respirar.

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viernes, mayo 26, 2006

Y de repente...

Y de repente caes, te deslizas, y chocas con un enorme muro de piedra que te corta el paso. Y entonces el mundo desaparece, gira y se reconvierte. Y te levantas, y caminas por tu vida, paseas por lo que fuiste, lo que anduviste, lo que viste y lo que eras. y reencuentras a quien conociste, a quien amaste, a quien olvidaste y a quien conoces. Tu guía te prohibe participar, no eres más que un simple espectador de tus propias vivencias. Y rompes la salida de emergencia y te sumerges en tu vida.
Y de repente asciendes, te deslizas, y chocas con un girasol gigante que te absorbe y te engulle lentamente. Y entonces el mundo desaparece, gira y se reconvierte. Y abres los ojos, y caminas por otra vida, paseas por lo que soñaste, por lo que querías hacer, por lo querías decir, por los lugares que pretendías visitar y por lo que sueñas. Te encuentras a quien quisiste conocer, a quien soñabas amar, a quien deseabas Tu guía te permite disfrutar, revivirlo, saborearlo y retomarlo hasta que sientes aburrimiento, no eres más que un soñador jugando con sus castillos en el aire. Y arrancas uno a uno los pétalos del girasol, y recompones pétalo a pétalo todos los unos.
Y de repente avanzas, te deslizas, y chocas con una almohada talla doble que no te deja respirar, miras la cara de tu hermano que se descompone de la risa. Y entonces el mundo desaparece, gira y se reconvierte para siempre.

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miércoles, mayo 17, 2006

Colores

A veces ocurre que de repente el mundo cambia de color. Ultimamente me he vuelto mucho más perceptiva con este tipo de sucesos y he podido ver como mi mundo ha cambiado de color constantemente durante los últimos meses. En ocasiones incluso una sonrisa ha sido capaz de provocar el cambio. Esto se convierte de repente en lo más interesante: descubrir el detonante del cambio. Hace dos días que mi mundo ha vuelto a cambiar de color, pero no tengo claro de qué color se trata. Intuyo que más que un cambio, esta vez se trata de una reduccion de la luz. Sí, eso debe ser, alguien ha apagado la luz, y llevo dos días buscando el jodido interruptor para encederla. Y es que resulta complicado encontrar el interruptor sin luz para verlo. Seguiré buscando...
El problema es que me mata la curiosidad. Quiero saber de qué color será mi mundo cuando encienda la luz. ¿y si no me gusta?
...

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jueves, marzo 30, 2006

Érase una vez el caos...

Y ese fue el momento en que todo comenzó, el momento en que se hizo la luz, mostrando mi pequeño cuepercillo en el cúmulo de almas que piensan en voz alta a lo largo de esa inmensa tela de araña que se ha creado para ellas, o quizás entorno a ellas. Sin mirar, sin saborear, sin escuchar, sin esperar nada a cambio, sin hablar pero sabiéndose unidos por un invisible pensamiento común.
Y ese fue el momento en el que me encontré aquí, rodeada por la inmensidad.
Y ese fue el momento en el que decidí ponerme a escribir... desde el caos.

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Son tiempos difíciles para los soñadores...
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