domingo, diciembre 26, 2010

Hoy que sé que vuelves

Al principio me costaba despertarme por la mañana sin tu risa sobre mi hombro y no poder espiarte cuando caminabas hacia el baño con la camisa que habías elegido tras dejar patas arriba el armario entero. Nunca comprendí que fueras capaz de pensarme dormida, con todo aquel escándolo ni el más profundo de los sueños habría pasado inadvertido tu ritual de las mañanas.

Quizás, pienso ahora, hacías todo aquel ruido a conciencia, para poder dejarme allí pestañeando y venir a terminar de despertarme a besos con el pelo completamente mojado, como el niño que sale del mar empapado y corre a abrazar a su padre para verlo estremecerse por una vez. Era imposible no sentir en esos momentos un sentimiento de amor odio hacia ti y hacia ese pelo mojado. Olías tan bien después de la ducha que no me importaba en absoluto tenerte cerca y despertarme con aquel olor a champú de mango y a pelo mojado y a fresco, pero fuera de la cama hacía tanto frío y a mí me gustaba tanto la sensación de calor bajo las sábanas que te maldecía por recordarme que fuera el mundo nunca era tan cálido. A tus besos los amaba, eso sí, era como levantarse por las mañana con un desayuno recién hecho, tostadas y colacao caliente y un croissant con mantequilla y un poco de queso, salado y dulce, todo mezclado, justo así eran tus besos. A veces incluso me levantaba saciada, con el estómago lleno de tanto beso.

La siguiente parte del ritual era la que más odiaba. Consistía en arrancar de cuajo todas las sábanas, las mantas, el edredón y mandarlo todo muy lejos, para que no me quedara otro remedio que levantarme a cogerlo si no quería morir de ese frío, con lo bien que se estaba bien tapada. ¡Cuántas veces lloré desconsoladamente para que no me quitaras las sábanas! ¡Al menos hoy no!, gritaba. Y tú ni caso, el frío, mi mirada de odio suavizada por los besos y mis intentos por recuperar las mantas siempre los combatías a golpe de abrazo. Te gustaba rodear mi cuerpo sin que quedara una pizca de mí que no estuviese en ti e incluso lo conseguías. Eras como una lapa, como una medusa gigante que te absorbe y se te queda pegada sin remedio, pero sentaban tan bien que a veces incluso podía volver a quedarme dormida en tus brazos, en tan sólo unos segundos, y a pesar de tus risas, tu pelo mojado, tu olor, tus besos.

Leer más...

miércoles, diciembre 15, 2010

Fénix

No sé mirar por encima de los infiernos que coronan todas tus sonrisas, ni junto a los plieges de tu cuello, pero sí encontrarme en el camino a tus labios el rubor de tus lágrimas, el sincero color sonrosado que toman cuando te avergüenzan mis miradas y lloras lágrimas con tornasoles dorados y cierras todas y cada una de las ventanas, que no nos vea nadie, que tus mejillas mojadas pueden iluminar la estancia entera.

No sé escaparme más allá de los mares que salpican cada guiño de tus ojos, ni junto a la mueca que forma tu sonrisa, pero sí perderme en el sendero a tus hombros, en la línea fina que marcan mis dedos sobre tus brazos cuando el imán de tu piel las atrae inevitablemente, y me visto de invierno, completamente tapada, porque me gusta ver cómo la atracción va arrancándome poco a poco toda la ropa.

No sé pelear allá donde se esconde el hueco de las flores que decoran tu risa, ni junto al lugar en el que tu pelo comienza a ondularse, pero sí despertarme acurrucada sobre tus párpados, acariciando la brisa que recrean tus pestañas, y me duermo desnuda y sola, que me encuentres así a tu vuelta, que no quiero dañar tus pupilas con mis tacones.

Leer más...

sábado, diciembre 11, 2010

¿Sabías que...

... uno puede pasar de la tristeza a la alegría y de la alegría a la tristeza así? ¿cómo por arte de magia? Como los pétalos que caen al suelo y desaparecen y vuelven a caer y el viento se los lleva de nuevo y es entonces cuando ya han caído todos, cuando te das cuenta de verdad que la rosa se ha quedado sin flores, vacía por dentro y por fuera, después de la tormenta.

A veces, basta un poco de sol y agua, para que esos tallos ahora vacíos vuelvan a florecer, a veces se necesita un poco de atención, cuidados y mimos, para que la flor aparezca mucho antes de lo esperado adelantándose a la próxima primavera. Otras veces... no queda más remedio que esperar a que el ciclo de la vida siga su curso.

Leer más...

domingo, diciembre 05, 2010

Ser Superwoman no es tan sencillo

Ellas también lloran, a escondidas, aprovechan cuando pasa alguna brisa para hacer creer al mundo que se les ha metido algo en un ojo.

Ellas también necesitan mimos, aunque nunca sean capaces de pedirlos, ni de reconocer que los necesitan.
Ellas también se cansan, estar de guardia 24 horas al día, para cualquier imprevisto que ocurra, cansa, dormir con un ojo abierto y otro cerrado también cansa.

Ellas son capaces de hacer varias cosas a la vez, de estar atentas a cualquier suceso, a la vez pendientes de cómo se encuentran sus amigos, de responder al teléfono, de escuchar la radio, de saber la última hora y consolar a un señor que llora, pero no siempre, 24/7 es demasiado incluso para ellas, pero la gente se mal acostumbra, los errores no se perdonan.

Ellas también sienten, también aman, también sienten cosquilleos, se apasionan, desean, besan, y todo eso sin perder la compostura y sin bajar la guardia.

Ellas también tienen dudas, también se confunden y a veces incluso pierden el norte, en el fondo aunque no lo parezcan también son humanas.

Ellas también ríen, y se comportan como niñas traviesas y juegan, y a veces se emborrachan, y a veces pierden la compostura y bailan desnudas por la calle y pasean agarradas a la mano de alguien por la playa.

Ellas también tienen miedo, a veces incluso mucho miedo, pero jamás lo mostrarán en público, lo impide el código de la profesión, pero a veces en la oscuridad de sus cuartos, antes de irse a dormir, se estremecen porque descubren que es ese miedo lo que hace tambalearse todo su mundo.

Ellas también sueñan despiertas y hablan dormidas, y descubren que son lo suficientemente débiles como para llevar toda la vida intentando ocultarlo al mundo, que son suficientemente sensibles como para que esa fachada pese cada día un poco más sobre sus hombros, pero también saben que la pared está construida a base de golpes y que se necesita un verdadero huracán para tirarla abajo, uno de esos que hace tiempo que no ocurren.

Ellas también sufren por las injusticias, por las burlas, sufren porque no valoran sus capacidades, porque se las tomen a risa, como a muchos otros superhérores antes.

A ellas también se les eriza la piel cuando una mano les roza, cuando sienten un beso que les acaricia el cuello, unos dedos que se aferran a su cintura, también sienten aunque contínuamente intenten ocultarlo.

Pero, lo verdaderamente duro de ser supermujer es aprender a callarse, día tras día, que lo que realmente necesitan es que las necesiten.

Leer más...

jueves, diciembre 02, 2010

Ni fu ni fa

Seamos de nuevo, repitamos, hagamos algo. Se me ha parado el reloj, aquí, en medio, en ninguna parte, ¿cómo se le da cuerda a un reloj que tiene la fecha de caducidad pasada? Quizás se le suman los segundos dejados en el tintero, como aquellos segundos, pueda volver a la vida. Recuperémoslos de la papelera de reciclaje, reciclemos los segundos en una tarjeta de memoria redonda, como la pila de este reloj de mano sin cuerda, bit a bit, segundo a segundo.

Demos marcha atrás, pongamos el reloj en hora, en ese segundo o ese otro, que ahora parece tan tan lejano. El tiempo no pasa si giramos hacia atrás las manillas de un reloj caducado, recargado con segundos reciclados que en su momento tiramos a la papelera. Podemos regresar... o no.

"O sea resumiendo estoy jodida y radiante, quizás más lo primero que lo segundo y viceversa".

Leer más...

jueves, noviembre 04, 2010

Huída

Quizás, nos faltaron los momentos,

los de conocernos
los de bebernos la piel,
los de recordarnos,
los de besarnos los sueños.

Quizás, las letras se mezclaron
sin saber,
llevando tus manos a mis ojos,
tus dedos a mi sien,
tu sangre a mi espalda,
tu lengua a mis pecados.

Quizás, tan sólo quizás,
me perdí en tus entrañas,
me sumergí en el espejo,
me dejé sepultar por la sinrazón,
me permití navegar en tus besos.

Quizás, me dejé vencer por las ansias,
quizás, escapara huyendo del amor.

Leer más...

lunes, noviembre 01, 2010

Expediente 2712

A Silvia la encontraron desnuda, tendida sobre una hamaca en la terraza. No presentaba signos de violencia, sonreía, como sonríen los que se saben ya víctimas de su futuro, tanto como lo son de su pasado.

Aún caían por su pecho, algunas gotas que se deslizaban desde su pelo, mojado, que mantenía ese olor a cloro que desprenden las piscinas en verano, parecía que aún dormía cuando pasaron los forenses, cuando recogieron todas y cada una de los posibles indicios que explicaran su muerte.

Y mientras ella sonreía, muerta, tendida, dormida, su cuerpo tostado por el sol parecía desafiar el blanco de la hamaca y los rayos de sol marcaban el contorno de su piel, de dorado, casi como las princesas de cuento.

A Silvia nunca le gustó estar vestida en casa, se paseaba coqueta de habitación en habitación, mientras bebía una cerveza que acaba de sacar del congelador y te miraba de arriba a abajo dando a entender que estarías mucho mejor sin ropa, como todos.

Morir allí sobre la hamaca y desnuda, no era algo inesperado, y tenía tanto de provocación como la sonrisa que se dibujaba en su cara, tanto, que a veces nos planteamos, si no lo tendría todo pensado desde el principio, como un reloj, una cuenta atrás imposible de parar, una bomba de relojería que marcaría nuestras vidas para siempre.

A Silvia la encontraron llevando tan sólo dos pendientes, ninguno igual al otro. En la oreja derecha un signo de interrogación, enorme, desafiante, de color negro, adornaba el lóbulo y caía sobre su hombro con brusquedad, en el izquierdo una silueta gris, aparentemente de una chica, alta y flaca, con el pelo rizado, casi tan largo como el otro pendiente, pero mucho menos pesado.

Tampoco eso nos pareció inesperado. A Silvia siempre le gustaron los acertijos.

Leer más...

viernes, octubre 15, 2010

Mares de sabiduría

Lo que escucho desde aquí es el sonido del mar como todas las mañanas desde hace años, invariable, pero tranquilizador como siempre, con el sonido capaz de adormecer y de cambiar escenas.

Este mar lleva años ayudándome a cambiar las mías, una ola y fundido a blanco, un paseo por la arena, música fade in y cortinilla, un atardecer, primer plano del sol, fundido en blanco, y los créditos que no llegan aún, la vida que sigue.

Lo que escucho desde aquí es la sinrazón de las horas perdidas, junto al camino, esperando una vida que no terminaba de llegar, es la tristeza del tiempo empleado en esperar sin vivir, en esperar soñando con no soñar, es la verdad, es lo que he estado haciendo durante meses, quizás años, ¿se puede ser más tonta?

Este mar me recuerda a mis miedos, a los que siempre me dejo dentro, aquellos de los que me desnudo poco a poco con cada ola, aquellos que la vida me obliga a vestir al salir, cuando el mar se aleja de mis pasos tanto como el tiempo bien empleado.

¿Cuántos besos me habré perdido en el camino? ¿Cuántos sueños? ¿Cuántas sonrisas y cuántos abrazos? Lo que escucho es el mar que grita, que se rebela, que me pide a gritos que me desnude, que me deje arrastrar, que me sumerja como antaño, que me deje curar una a una las heridas, que cicatricen los golpes y que renazca nueva y vacía, vacía de reparos, de máscaras, de barreras invisibles pero infranqueables y que me llene de vida, que merece la pena.

Leer más...

domingo, octubre 10, 2010

Seamos sinceros

Mi boca roza la piel bajo tu piel, como esos domingos lluviosos, como esos sábados de sabor a cine y a roscas* y a citas de adolescentes. Es la piel que queda cuando nos destapamos las sonrisas, cuando el agua de la lluvia se lleva los miedos, las máscaras, el sueño, cuando se lleva lo que no somos y lo que volvimos a ser tras nuestro último encuentro. Es la piel que se guardó los sueños y los enterró a conciencia, bajo las terminaciones nerviosas que marcaron nuestras conversaciones, bajo ese sí y ese no, y ese beso robado al aire. Es la piel que se quedó bajo la espuma, bajo las velas, bajo todos los barcos capitaneados por Garfio y los milllones de lagos que colorean Canadá de azul, de violeta, de mango. ¿Y puede el mango robarle el sabor a un plato de pollo al curry? ¿Puede la vida cambiar tanto con dos suspiros, uno tuyo y otro mío? Seamos sinceros, necesito dos tonterías, compañía y abrazos, como el resto de los mortales.

*En Gran Canaria se llama así a las palomitas de maíz.

Leer más...

martes, julio 27, 2010

En sus manos

Apareció en mi casa, sin avisar, sabiéndose bienvenida a pesar de mis intentos por parecer distante, y se sentó en la mesa a mirar cómo preparaba la cena. ¿Te quedarás a cenar?, le pregunté. Si me invitas a una cerveza, me quedo a no ser que quieras que me vaya, fue su respuesta. Un movimiento rápido y, de repente, estaba detrás de mí, con la nevera abierta, buscando una cerveza a la que no le había invitado, y sacó otra para mí. Yo la necesitaba, no te imaginas cuánto.

Continué centrada en la comida, mientras la veía de reojo caminar hacia el ordenador, trastear con la música y volver a sentarse en el taburete que estaba frente a la barra, y ese cruzar de piernas y ver el borde de una falda que tapaba justo lo necesario, y subir y detenerme en su hombro y notar cómo se le escurría la camiseta, y mirarla a los ojos y pensar que todo era una locura, que no sabía por qué me sudaban las manos, por qué estaba allí, por qué no podía dejar de mirarla de esa forma.

Pero ella sí lo sabía, lo supo todo el tiempo, lo supo cuando dejé que hablara mientras volvía a ponerse junto a mí tras la barra, lo sabía cuando comenzó a darme un masaje en los hombros y lo sabía aún más cuando empezó a besarme y noté la forma de sus pechos en mi espalda.

De repente, noté sus labios posándose sobre mi nuca y sus manos deslizándose por mi columna hasta acariciar mis nalgas sobre la falda. Noté como me besaba el cuello con suavidad, esperando romper poco a poco todas mis barreras, respiré hondo y los ojos se me cerraron. Sentí su aliento junto a mi oreja, un hueles de maravilla, un qué te parece si dejamos la cena para después y unas manos que me agarraban con firmeza de la cintura, dime que no te apetece y no seguiré.

Un suspiro por mi parte fue la señal que necesitaba para dejarse llevar, continuó besando mi cuello con suavidad mientras sus manos se colaron bajo mi camiseta y se posaron sobre mi pecho. Después susurros, un date la vuelta que obedecí sin rechistar y una camiseta y un sujetador que salieron volando por la habitación.

Me sentía expuesta, terriblemente expuesta, aterrorizada, mientras su lengua se deleitaba jugueteando con mis pezones, inmóvil, mientras me dejaba hacer, sin saber cómo reaccionar, pero húmeda, muy húmeda, y aún sin entender que lo que tanto había deseado estaba sucediendo.

Fue entonces cuando noté una de sus manos buscarme bajo la falda y arrancarme las bragas de un solo tirón, mientras sus ojos me miraban desafiante y sus dedos corrían a deslizarse en mi interior, jugueteando a sus anchas, mientras ella analizaba no sin cierta premeditación, qué desataba mis suspiros, qué podía llegar a volverme loca. Siéntate sobre la barra, y eso hice, aún en mi estado de parálisis, y la vi agacharse junto a mí y posar con exquisita suavidad su lengua sobre mi clítoris, y detenerse ahí y saborearlo y chuparlo y besarlo como si el tiempo se hubiese parado para siempre.

Mientras arañaba con mis manos su espalda intentando acallar en vano mis gemidos, noté como sus dedos se humedecían de nuevo y tanteaban mi interior, un poco más adentro, le pedí entre gemidos. Separo su boca de mí durante dos segundos y me miró sorprendida por mi despertar, por mi reacción, pero contestó con una sonrisa y me obligó a avisarle cuando mi cuerpo estuviera a punto de estallar, me repetía al oído un ¿te gusta así? que me erizaba la piel y al que me costaba responder entre gemidos.

Aquella mujer estaba descubriéndome una nueva forma de disfrutar, y mientras mi cabeza le suplicaba que parara, mi cuerpo entero deseaba que siguiera buscando y me acariciara, más y más rápido, más y más adentro, mientras su lengua volvía a detenerse sobre mi clítoris y se movía con soltura en mi interior. Quería hacerme gritar y lo estaba consiguiendo, mi cuerpo se agarraba a duras penas a los bordes de la barra, mientras una serie de descargas me atacaban y ella no me dejaba terminar porque se paraba en seco para mirarme, para oírme gemir, suspirar casi aliviada y comenzar de nuevo, multiplicando mis sensaciones y retrasando ese orgasmo que amenazaba con llegar. Entonces lo vi acercarse, noté como sus dedos activaban en mi interior las terminaciones nerviosas justas, en el momento justo y que ella conseguía, aún no sé cómo, acompañar ese movimiento con el de su lengua.

Una sacudida me golpeó de inmediato y noté, como un escalofrío que me subía desde la punta de los dedos de los pies amenazaba con dejarme sin respiración, y ella lo notó y mientras sus dedos terminaban la tarea recorrió mis pezones ya duros con su lengua. Y al mismo tiempo que aceleraba el ritmo con sus dedos y me acariciaba dentro, con suavidad, pero con determinación, perdí la noción del tiempo y vi como el mundo se quedaba en blanco y dos sacudidas más hicieron que me retorciera sobre la mesa, mientras ella me besaba con fruición y me devolvía el aire que sus manos me impedían aspirar con normalidad, hasta que me oyó gritar, gritar como nunca antes lo había hecho, como nunca antes había imaginado hacerlo, y entonces caí rendida en sus brazos.

Y ella se reía, a carcajadas, como el malvado de una película que se regocija al ver su objetivo conseguido, mientras a duras penas yo conseguía mirarla a los ojos, aún sin ser capaz de creerme lo sucedido, y balbuceaba: gracias.

Leer más...

viernes, julio 23, 2010

Desiderátum

Mi príncipe tiene los ojos grises y no es azul,
es verde como los narradores de cuentos,
a veces le asaltan los deseos en el pecho
y le torturan las miradas -las de otros-,
cuando se encuentra solo, a oscuras, en silencio.

No le molestan los retortijones de los desengaños
ni el sabor agrio de las penas susurradas al oído,
no le asusta el desencanto de los finales punzantes
ni las pestañas heridas en las derrotas ganadas,
y a veces, sólo a veces, duerme.

Él tiene como única adicción reconocida
Robar los deseos en las fuentes millonarias
asiste a sesiones de terapia en Roma -y en Kansas City-
con otros secuestradores de sueños , y perfecciona
rituales para lanzar al agua sueños propios.

Mi príncipe vive de contar lunares en la espalda
Y recibe pagas extra por descubrir a Orión
junto al trapecio, y guarda girasoles en la retina
en las noches de lluvia dulce y desencuentros
y, a veces, sólo a veces, duerme.

Leer más...

sábado, junio 12, 2010

Extrañarte

Extrañar es como robarle al silencio todos sus sonidos y devolvérselos poco a poco, uno a uno, para que nunca pueda deshacerse totalmente de la pena. Dejaré de extrañarte el día que te conozca de verdad, el día en el que podamos abrirnos el pecho y sacar de dentro todo eso, sacar de dentro cada sueño, y entregárnoslo, sin complejos, y dejarlo ahí, en tus brazos, en tus manos, para que puedas dejar de echarme de menos, porque no puedes echar de menos algo que te llevas contigo. Y tú hace tiempo que te llevaste ese algo de mí, no sé cuándo, ni cómo, pero ahí estoy, lejos y cerca a la vez, y aquí estás, echándote de menos, perdón, echándome de menos, que viene a ser lo mismo, más o menos. Y llegará el momento, en el que habremos devuelto al silencio, todos y cada uno de sus sonidos, y será un silencio sí, pero un silencio cómodo, de esos que no pueden pagarse con dinero, de esos por los que el mundo mataría, si alguna vez los hubiesen vivido, será un silencio nuestro, nominativo e instransferible.

Leer más...

sábado, mayo 15, 2010

En la suela del zapato

"Si quieres, subimos a casa y salvamos el mundo y nos decimos lo importante sin hablar.
Si quieres, cortamos la calle y en sólo un segundo le arranco el pasado al sofá.
Si quieres, pasamos el día rodando en la alfombra.

Y en Madrid... cuando se hace de noche y me hace falta tu cuerpo viene sin permiso protestando el invierno y mis dedos preguntan dónde te has metido y el parqué echa a temblar cuando pienso en las dudas que siempre has tenido.

...y siempre acabo pensando quizás debería cuidarte algo más".


¿Qué hacemos con las canciones que se quedaron pegadas a la suela del zapato?¿con las que se clavan con un post-it en nuestra memoria? ¿con las que se nos olvidan? ¿con las que nos arrebata la historia? ¿y con todas aquellas que cambian, evolucionan, transforman su significado con el tiempo?
Las arrancamos y las escuchamos desde fuera, desde dentro, desde la otra orilla, desde la frontera de este universo conocido, desde lejos, desde el otro lado, desde el infinito y las traemos de vuelta, sanas y salvas, menos hirientes, con los bordes relucientes y el sabor irrepetible de las primeras veces.



Leer más...

sábado, mayo 08, 2010

Estados de embriaguez

Dicen que la ebriedad y la embriaguez no son lo mismo, ni parecido. La diferencia está en dos o tres acepciones que el diccionario no contempla, la diferencia está en dos o tres copas de más que van desde una hasta la otra, dos o tres copas de más con las que se sienta a escribir una cuando ya no le quedan más fuerzas para dejar que la vida pase volando. La embriaguez es un paso más, es la cara de tonta que se me quedaba cuando veía como las gotas de agua hacían equilibrismos en tus pestañas o mientras escuchaba el silencio de la ciudad agarrada con timidez a tu mano.

Las imágenes vendidas no sirven para nada, son los recuerdos e incluso una sóla letra mayúscula en una firma lo que me arrebata la embriaguez que sin copas de más se queda en ebriedad a secas, que de nada sirve más que para rellenar almohadones con resacas a la mañana siguiente.

Ellos afirman que "y hicieron" no contiene faltas ortográficas y a mí se fractura el alma, por la mitad, y cae pedazo a pedazo como si la hubiesen golpeado con un martillo de feria. Me da igual lo que digan ellos, al final acepté aquella "y" no sólo como mi primera derrota dialéctica sino como la verdadera emoción que llega tras el primer round de una batalla, al comprender que se ha encontrado un competidor que está a la altura y que aporta un poco de riesgo a la contienda.

Esos sí eran momentos de embriaguez sin ebriedad, sin alcohol, sin copas de más, sin suspiros que se quedan atrapados en la boca y sin recuerdos, que se mezclan con las notas de una canción que odiabas, quizás no tanto, quizás sólo un poco, quizás sólo lo justo para darte cuenta de cuánto me importaba o para no notarlo siquiera, una canción que se quedó prendada a tus ropas, sin tu permiso y contra tu voluntad, ¡cuánta injusticia junta!


Era entonces cuando llegaban las consecuencias, y las resacas, las más duras, las de impotencia, las de no poder explicar con palabras lo más sencillo, ni siquiera entre dos cuerpos que siempre hablaron el mismo idioma, o al menos uno similar, uno entendible, uno o varios, pero que no obstaculizaban la comunicación y que obviaban las normas escritas de la conversación, tan innecesarias, tan inútiles en estados de embriaguez.


Mientras el agua en estado líquido tiende a gaseoso o a sólido, los estados de ebriedad no siempre alcanzan la cuota suficiente de embriaguez que a una podría alegrarle el día, y por el contrario se dedican a pintar escenas en blanco y negro, de un film caduco, insulso, que pone ante nuestros ojos imágenes de todo aquello que resulta inalcanzable, de todo aquello que nuestro poder adquisitivo no nos permite comprar, tan sólo para hacer hincapié en nuestras grandes faltas, en nuestras carencias y en nuestras lacras, y recordarnos lo infame que puede llegar a ser una resaca.

Leer más...

sábado, abril 17, 2010

Abismo #3

El niño ha vuelto a entrar después de habeme hecho demasiadas preguntas. Llevo dos días esperando y rellenando instancias pero debe de haber algún problema con el registro porque aún no me permiten entrar. Después de 40 años de trabajo llego aquí y me tratan así, se me quitan las ganas de todo. Ahora podría estar en casa preparando algún viaje con Rubén ahora que no dependemos de los niños. Me dijeron que serían tan sólo unos meses y ya sé que he estado retrasándolo demasiado tiempo y que todo el mundo debe pasar por ello y que la única forma de mantener viva nuestra especie y que no afectará a mi vida ni a mis recuerdos ni a mi estado de salud. Sí, ya sé todo eso, pero me desespera estar aquí esperando como si no tuviera nada mejor que hacer.

Además, yo no soy la única culpable de haber llegado tan tarde, después del accidente cambiaron mis coordenadas y la Anfitriona decidió cambiar el destino que habían tatuado en mi muñeca, me ha costado siglos llegar hasta aquí. El niño regresa y me mira con desconfianza, incluso diría que puedo sentir cierto desagrado, para que le estoy haciendo trabajar más de lo que debería.

No puedo entrar, o eso dice, que Abismo tiene un registro duplicado y que no el Sistema no lo acepta y que no puede correr el riesgo de dejarme entrar y provovar un colapso del sistema central o algún cortocircuito que ponga en peligro toda la estructura. No me lo puedo creer, quizás pretende que me quede en esta sala de espera para siempre, que deje pasar el tiempo y que me sienta a escuchar las agujas del reloj de pared que tiene justo encima de la puerta de entrada a Abismo. Que hable con sus superiores, que le den solución, es sólo un problema burocrático, que no voy a quedarme en esta especie de limbo, que les pregunte a sus padres si hace falta.

Y el mundo estalla. El niño se ha enfadado de verdad. Lo sabía, sabía que lo que más les molestaba a estos niños es que los tratemos como tales, estaba advertida pero he perdido los nervios y ahora no entiendo nada de lo que me está diciendo. Grita, patalea y probablemente esté insultándome en su idioma. Ahora me arrepiento de no haber estudiado Abismal en el instituto, al menos sabría a qué atenerme, pero se ha marchado. Se ha marchado y me ha dejado aquí, a solas, con mi pasado y sin ningún futuro, sin amigos ni familiares que me acompañen, y de repente he vuelto a sentir aquel mismo vacío interior que experimenté después del accidente, como si me hubiese quedado sola con mi cuerpo, como si mi verdadero yo estuviese muy muy lejos de aquí, en algún lugar que no conozco. El tiempo que pasé en el hospital fue el más extraño de mi vida, no quiero volver a pasar por ahí, así que llamo al niño a gritos, me disculpo, pero ya no me oye, y yo vuelvo a pensar en aquellos cinco horribles meses, y lo único que quiero es que no me deje aquí, por favor.

Leer más...

domingo, marzo 21, 2010

Abismo #2

Antes solía leer al menos dos horas al día, me gustaba aprovechar el tiempo invertido en los transportes públicos para mi lectura diaria, podía leer cualquier cosa que cayera en mis manos aunque no siempre disfrutara con ello, excepto los días en los que mis sábanas olían a él. Esos días los pasaba soñando despierta y me costaba mucho más de lo habitual levantarme de la cama porque su olor me servía de ancla con el mundo y me era imposible levarla en medio de la tormenta. El "izad las velas" que gritaba la tripulación al retomar la ruta era para mí el comienzo de una jornada en la que la lectura no sólo se hacía difícil, se convertía en una tarea irrealizable.

En Abismo no está permitido leer ni escribir, requisaron todos mis libros y cuadernos en la entrada, el niño los guardó en un cajón de su mesa, y la última vez que utilicé mi bolígrafo fue para firmar las hojas de registro, un sinfín de papeleo escrito en la lengua de los juzgados que ni me interesa ni quiero aprender. Tienes cinco meses, aprovechálos, decían, pero el tiempo pasa y yo no encuentro la forma en la que poder invertirlo.

Al menos una vez al día juego a identificar y a seguir los olores que me llegan. Resulta extraño que en medio de tanta oscuridad los olores parezcan los únicos supervivientes en el Sistema, quizás sea simplemente que la imposibilidad de ver está incentivando el resto de mis sentidos y estos olores proceden de un lugar lejano al que nunca podré siquiera acercarme. El olor a libros recién comprados, el olor a tierra mojada tras la tormenta, el aroma de las naranjas en mis manos después de hacer zumo, marejada y sol primaveral, champú de melocotón, crema solar hidratante, su olor en la almohada, quedan relegados al recuerdo a pesar de que la mayoría de los olores que me llegan y que no puedo aún identificar no pueden compararse con los de la vida que llevaba antes. Estar en Abismo es como empezar de cero, de nuevo, nacer en un mundo totalmente desconocido donde lo anterior parece únicamente un mal sueño. Me lo dijeron, sólo cinco meses, pero ¿cinco meses para qué?

Leer más...

martes, marzo 09, 2010

Abismo

Nunca imaginé que el camino al otro lado fuese tan oscuro. Me recordaba a mí misma como Alicia, dormida bajo el árbol, persiguiendo conejos que siempre llegan tarde, saltando al otro lado del espejo y asustada -siempre me asustó- por esa gran sonrisa de gato que me perseguía por todas partes, pero nadie me contó que el camino al otro lado fuese tan oscuro. Imaginaba la vida en Abismo como uno de esos cuentos de hadas, bueno, no realmente como un cuento de hadas pero sí como una escalera de esas enormes, que comienzas a subir con entusiasmo, de la que te vas cansando poco a poco, de esas que te hacen pensar en dar marcha atrás y abandonar la subida, de esas que miras con satisfacción desde arriba, con el paso del tiempo y con la suficiente madurez para reconocer tu esfuerzo, yo subí todos esos escalones, diría. Recuerdo que había una de esas escaleras frente a una iglesia de Roma, aunque ya ni siquiera recuerdo el nombre y no sé si alguna vez podré volver a visitarla.

Aún me confunde esta oscuridad y tengo la sensación de que por algún motivo, en algún momento escogí el camino equivocado, giré en alguna desviación errónea o simplemente me equivoqué en más de una decisión, porque dicen que equivocarse una vez es necesario, que no existen destinos a los que se llegue sin haberse equivocado una vez, y yo les creo. Eso también me lo repitió el niño de la puerta. Se reía mucho cuando le dije que por fin había llegado, tantos años después de haber comenzado mi camino hacia Abismo, tantos años después de que la Anfitriona tatuara en mi muñeca mi destino, el que me correspondía según los resultados de mis test de personalidad. Quizás él ya sabía que me había equivocado de camino, en ese momento pensé que reía porque aún me quedaban todos esos escalones que subir, pero ahora tengo tantas dudas que incluso he llegado a pensar que cabe la posibilidad de que esto no sea Abismo, de que tenga que deshacer de nuevo todo el camino, pero con esta oscuridad no existe la forma de volver a atrás y ni siquiera tengo claro que exista un "atrás".


Desde que estoy en Abismo, incluso he perdido la cuenta de los días, me paso el día caminando y duermo cuando encuentro algo mullido en el suelo, pero no he vuelto a ver a nadie más desde que me despedí del niño de la puerta y su sonrisa sigue grabada en mi memoria, como la del gato de Alicia, y no puedo decir que la imagen del niño me asuste menos, ni siquiera un poco.

Leer más...

miércoles, febrero 10, 2010

Todos los puzles

Hay historias que no funcionan, las mires por donde las mires, siempre hay algo que cojea, una pata un poco más corta, una mesa que se balancea, un puente inestable, una caricia sin efecto, una mirada perdida, el sexo sin pasión, sin ganas, con miedo, con necesidad pero sin receptividad, historias que por sí sola no se sustentan, por muchas ganas que uno quiera ponerle, por mucha complicidad que se tenga, por muchas sonrisas compartidas, por muchos viajes que se planeen, hay historias que no funcionan.

Y detrás de esas historias siempre se abre una puerta a un nuevo vacío, a demasiadas cosas que nos gustaría compartir con otros, a demasiados sueños, a demasiados besos, a demasiadas canciones, a demasiadas piezas sin encajar.

A Lucía le sobraban las palabras, las intenciones, los puzles a medias. Llevaba tres años acumulando cajas de piezas, una pareja bajo la lluvia, un paraguas amarillo, la torre Eiffel, un paisaje de Venecia, el cañón del Colorado, un mercado de alfombras en la India, un perro y sus cachorros frente a una hoguera, 500, 1000, 1500 piezas. Nunca los terminaba. Siempre se quedaba con la última pieza en la mano, y la miraba como queriendo adivinar si realmente aquella sería la pieza que completaría el puzle, pero nunca la probaba, ni siquiera la acercaba, le daba miedo que la última pieza fuera el fin de la historia que el puzle contaba.

A Lucía le sobraban las cajas de puzles, pero esperaba que antes de llegar la próxima navidad, alguien le ayudara a mezclar por el suelo del salón todas las piezas, de todas las cajas, alguien que no tuviera miedo a terminar varios puzles, a darles la vuelta, a crear nuevos paisajes y a darles vida a aquellas imágenes antes de que su próximo cumpleaños le trajera un nuevo puzle por terminar, una nueva historia a medias.

Pero mientras, continuaba escondiendo por la casa las últimas piezas, justo antes de guardar el resto del puzle en su caja, no sin antes escribir por detrás algunas letras, los nombres de aquellos que dieron forma a todas esas piezas que no encajaron, a todas esas historias que no funcionaron, porque serían, todas esas piezas, junto a todo lo aprendido, las que permitirían que alguien pudiera darle vida a una historia que las incluyera a todas, antes de la próxima navidad.

Leer más...

domingo, enero 24, 2010

30 cosas sobre mí

A veces, nos damos cuenta de que ni siquiera la gente que nos rodea sabe algunas cosas sobre nosotros mismos, a veces algunos saben unas cosas y otros algunas otras, y además hay muchas cosas que no nos atrevemos a decir a nadie, y otras tantas que decimos demasiado.

Todo eso que llevo dentro sale a la luz en este pequeño resumen, eso sí, el mar y los girasoles los he dejado fuera, creo que su influencia es demasiado obvia en Érase una vez el caos.



Leer más...

martes, enero 12, 2010

Un año en un post

La entrada del lunes 21 de diciembre (que aparece más abajo) es mi aportación personal para el concurso Un año en un Post de Atrapalo.com, si te ha gustado, no dudes en votarme, se puede votar una vez cada 24 horas en el botón que aparece debajo y hasta el próximo 20 de enero y necesito quedar entre los 20 primeros para poder optar al premio. ¿Me ayudas?
Pd. La explicación la he tenido que poner aquí porque me han dicho los de la organización que con la explicación me pasaba de palabras (Ainsss....)


VotarVotos participante1 año en 1 postVotarVer otros participantes



Leer más...
Son tiempos difíciles para los soñadores...
Creative Commons License

Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons.

Alnitak no se responsabiliza de las opiniones y comentarios vertidos por los usuarios. Cualquier sugerencia será bien recibida.


Ellos me contaron que...

Followers

  ©Template by Dicas Blogger.