Y así terminan los cuentos
Y así terminan los cuentos, sin colorines ni colorados, ni siquiera un beso triste del protagonista en los labios de su amada muerta, ni siquiera un seamos amigos, te voy a presentar al chico del que me he enamorado, ni siquiera un eres especial y lo serás siempre. ¿Dónde quedaron los te prefiero como amiga que ahora tanto añoro?
Llueve. Y lo escucho caer sobre los cristales de mi habitación y tu ausencia se hace aún más grande y más amarga y llega un momento en el que el dolor duele tan poco que lo prefiero ante tanto mar de dudas y de historias sin acabar. Llueve y sé que, aunque al otro lado de la pantalla me dibujen sonrisas varias, este chocolate caliente lo estoy tomando sola. Chocalate hirviendo, manta y peli para las tardes de domingo en mi zona horaria.
Llueve y aunque no la conozco, su risa en tu espalda llega a mí saltando de gota en gota, la imagino mecida en tus brazos, aprovechando aquellos abrazos que yo sacrifiqué, sonriendo con esos besos que eran como un baño de agua caliente. Y espuma. Es difícil aprender a valorar un abrazo, a saber cuáles te suman, cuáles te restan, cuáles debes conservar para siempre a tu lado, pero una se cansa.
Se cansa de salir corriendo bajo la lluvia a buscarte cuando nada sale bien, se cansa de ser heroína, de mendigar abrazos que no se sabe si llegarán, de estar y no ser, de esperar, de modificar el rumbo, de... una se cansa de vivir cansada, sin aire.
Llueve y reconstruyo poco a poco mis pedazos, pedazos de mí, de ti, de él, de un mundo que se desmorona a mi lado, mientras me alegro de haber pasado lo peor, de reconocer -y asumir- que jamás conseguí de ti ese deseo que te transmite su pelo, sus besos, que mi sensualidad debí guardármela para otros, que probablemente tú nunca la viste. O nunca te la mostré. Me alegro de saber que hoy estoy aquí, en la caseta número quince, duna 7, esquina el mar, que este es mi lugar y que no voy a moverme.
Los malos de los cuentos, esos que me miran a los ojos desafiantes para que sepas que van a besarte, también suelen pasarse por aquí, airados por tanta princesa soñadora que no les haga ni caso, hartos de todas esas que luego lloran por las esquinas con sus príncipes rana. Y así terminan los cuentos.
A mí, que vengan a buscarme, si quieren.
8 comentarios:
Me gustó. Y, extrañamente, me hizo sonreir. Aunque estoy casi segura de que esa no era tu intención al escribir este texto.
A veces es mejor desahogarse y sonreir después.
Un besito!
Lo escribí con una sonrisa, aunque no lo parezca. Esa magia extraña e incomprensible de las sensaciones mezcladas. :-D
(pero asiduo)
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Todos tenemos dentro una magia que nos hace ser como somos,inigualables e imperfectos por naturaleza. Los que escribimos con el corazón sabemos la importancia de nuestras letras,de nuestros argumentos y verdades y las damos a conocer en ocaciones anónimamente. Si tu pluma son las lágrimas como en mi caso,te felicito,hablamos el mismo idioma...
Todos tenemos dentro una magia que nos hace ser como somos,inigualables e imperfectos por naturaleza. Los que escribimos con el corazón sabemos la importancia de nuestras letras,de nuestros argumentos y verdades y las damos a conocer en ocaciones anónimamente. Si tu pluma son las lágrimas como en mi caso,te felicito,hablamos el mismo idioma...
Davinia me encantó!!! Tus palabras han conseguido lo más bonito que se puede conseguir gracias a ellas: la emoción. Sí, me he emocionado porque sabes transmitir de manera muy franca y directa lo que piensas, y eso no lo saben hacer todos. Sigue escribiendo tan bonito...
Un besito,
Laura
(pero asiduo)
La frase de Gattaca es nueva, ¿verdad? Me encanta esa película.
No hay frases nuevas, esas llevan ahí desde que tenía el diseño anterior en el blog, allá por 2007, ¿no estarás empezando a obsesionarte con las frases Asiduo? ;)
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