Días sangrientos
Siento que me muero en la agonía de tus besos y en el silencio subrepticio de tus gemidos que ponen sintonía a nuestros amores sacrílegos. Esos días soy capaz de arrebatarte el azul de tus ojos, cortarlo a pedacitos de cielo y dejarlos para tomármelos con los postres.
Me gusta llamarlos días sangrientos en los que tu presencia me deja sin respiración y decidimos morir juntos, cortándonos las venas a pares e intercambiando nuestros fluidos por jeringuillas limpias.
Son también días de abordaje en los que te conviertes en mi única tierra firme y el loro del capitán se cansa de imitar tus gritos ahogados a medianoche. Secuéstrame bucanero es tu súplica continua mientras me pides que te haga caminar en la tabla que separa estos dos mundos antes de clavarte mi espada y arrojarte al mar.
Tú siempre preferiste los días de magia negra en los que me arrancas el alma a dentelladas y me reduces a tus deseos prohibidos mediante pócimas que transforman mi voluntad y amenazas de juguetear a escondidas con un muñeco que se parece demasiado a mí.
Pero hoy me apetece un día de cadenas y sumisión absoluta en el que puedas tratarme como un perro callejero siempre a tus pies o te declares mi esclava fiel bajo los efectos de la hipnosis y el dolor del látigo.
Permíteme vendarte los ojos y déjate llevar.
Me gusta llamarlos días sangrientos en los que tu presencia me deja sin respiración y decidimos morir juntos, cortándonos las venas a pares e intercambiando nuestros fluidos por jeringuillas limpias.
Son también días de abordaje en los que te conviertes en mi única tierra firme y el loro del capitán se cansa de imitar tus gritos ahogados a medianoche. Secuéstrame bucanero es tu súplica continua mientras me pides que te haga caminar en la tabla que separa estos dos mundos antes de clavarte mi espada y arrojarte al mar.
Tú siempre preferiste los días de magia negra en los que me arrancas el alma a dentelladas y me reduces a tus deseos prohibidos mediante pócimas que transforman mi voluntad y amenazas de juguetear a escondidas con un muñeco que se parece demasiado a mí.
Pero hoy me apetece un día de cadenas y sumisión absoluta en el que puedas tratarme como un perro callejero siempre a tus pies o te declares mi esclava fiel bajo los efectos de la hipnosis y el dolor del látigo.
Permíteme vendarte los ojos y déjate llevar.
2 comentarios:
Puff...
Creo que voy a tener que releer esto varias veces...
Yo me quedo con lo último "Permíteme vendarte los ojos y déjate llevar". ¿Se han vendado alguna vez los ojos y han dejado de lado el sentido de la vista? Sin tener el control de nada, sin saber cuáles pueden ser las consecuencias.
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