sábado, agosto 29, 2009

Origen

A veces las palabras se quedan escondidas en la garganta y ya no vuelven a salir, están ahí, lo sé, pero mis cuerdas vocales no tienen suficiente voz fuerza para dejarlas escapar, ni mis dedos suficiente precisión para teclearlas en esta pantalla o en otra, o simplemente como bien me dijo una amiga una vez, la creatividad se comparte, quieres hacer de todo, me dijo, elige algo, una cosa y serás un genio, eso es lo que hacen los genios, tienen capacidad para elegir para dar su vida por algo. Yo no sé si quiero dar mi vida, me gusta así, tal y como está, por eso de repente tengo miedo a perderla y el caos vuelve con mucha más fuerza, tanta que da miedo, o hace más visible el miedo que ya estaba ahí antes.

Esta es la vida, así soy o creo ser, crisis y miedos incluidos; locuras incluidas; derrotas ganadas, conversaciones sin tapujos; de frente y con la soledad como mejor amiga -pero esa soledad necesaria, esa que te ayuda a desconectar y mirar las cosas con perspectiva-; acumulando primeros momentos, porque son los primeros momentos los que conforman la vida; evitemos que todo se estropee guardemos en la memoria esta noche como un rosario de momentos felices, de sonrisas, de redobles y mariposas en el estómago, de caos, tan verdadero y tan saludable.

Esta película se estrenó cuando Érase una vez el caos... ya llevaba un tiempo funcionando, pero fue la primera que vi como habitante de esta ciudad, Madrid, y hace unos días una compañera me lo recordó en su blog y hoy, aquí, he querido regalarles esa escena en la que tanto me vi reflejada - y a ratos aún me veo-.

Gracias Monstruos


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martes, agosto 11, 2009

Cuando se para el tiempo...

Esta noche pensaba volver a casa sola, como de costumbre. Me había acostumbrado a que nos besáramos casi sin saber, casi sin entenderlo y me parecía habitual que el tiempo se parara y las cosas nunca siguieran su curso. No nos llega la pasión, no para tanto, mejor así, pensaba. Y ahora te tengo aquí, atrapado entre mis piernas mientras te beso la espalda poco a poco y maldigo todos los besos que nunca nos dimos, todos esos besos que dejamos marchar.

¿Sabes que me vuelven loca las espaldas?, y lo suelto así, casi sin pensar, mientras apoyo mi cabeza en tu columna vertical para escuchar tu respiración. ¿Todas?, contestas, no has cambiado nada, te sigue excitando más que nada en este mundo la competición, conseguir el trofeo, disfrutas dejando que otros me seduzcan y me enamoren para demostrarles luego que ni siquiera eso podría impedir nuestros besos apasionados. Esos que compartimos todos estos años, robados a las madrugadas, soñados en pisos ajenos, besos para comenzar el año, cada año, esos en los que tu boca me penetraba tanto que parecía que ibas a absorber mis labios de un momento a otro, esos en los que te robaba a mordiscos los restos de mazapán, de turrón y uvas.

No todas, me gusta tu espalda, tu piel suave, tostada por el sol, el sabor a agua salada y arena, pero eso no te lo digo, mis manos contestan colándose por debajo de tus brazos apoyados en el borde de la cama, y yo te recuerdo de nuevo que soy incansable, incansable de ti, de sábanas, de sudor, de sexo, encerrémonos en esta sauna de sensaciones durante días, dejemos que el mundo se pudra fuera, que se paren los relojes, que se congelen las sonrisas, gastemos en esta semana todos los orgasmos de algún país europeo poco apasionado, recuperemos los besos con sabor a alcohol, a borrachera, a costa y fuego, los que nos hemos regalado a cuentagotas durante estos años, recuperémos el tiempo que no volverá.

Quiero repetir, y eso sí lo digo, alto y claro, quiero que vuelvas a beber de mí, hasta la última gota, que me deshidrates si es necesario, como hace veinte minutos o diez o hace un rato, que me tiemblan las piernas sólo de pensarlo y ya no soy capaz de medir el paso del tiempo. Aún noto tu lengua vaciándome desde adentro, tus ojos mirando curiosos, pícaros, intentando seguir la pista del próximo orgasmo. Podría beber de ti toda la noche, tu vagina sabe a sexo y a sal, me susurraste al oído entre respiración y respiración, y aún escucho el eco de tus palabras en mis tímpanos... Vuelvo a sentir las ansias de ti en la parte interna de mis muslos, entre la realidad vivida y la fantasía imaginada de lo que aún está por suceder.

Y me deslizo en tu regazo y te dejas convencer por mi boca que se posa suavemente bajo tu abdomen, porque no te queda más remedio, porque ya es demasiado tarde, porque aún puede esta cama arder tanto y más que las cuatro horas anteriores, porque te suplico al oído que me mates, que me partas en dos, que rompas de inmediato, que te olvides de todo el romanticismo si alguna vez lo hubo, que me hagas tuya, sin tapujos, sin miedos, por la espalda y sin avisar, porque te necesito dentro, una y otra vez, porque quiero dejar grabada esta noche en la pintura de tu pared, en los muelles de tus camas, porque quiero que la recuerdes como la mejor, como la que nunca viviste, porque quiero seguir siendo tu trofeo después de hoy y para siempre, porque quiero que vuelvas a mí cuando otras no sean capaces de darte lo que necesitas.

Y entonces, despiertas, y te levantas y me arrastras contigo hasta la pared y allí me dejas mientras noto el deseo que reboza tus ojos, y tu respiración descontrolada como un perro en situación de ataque, y me volteas, me cacheas, me paralizas contra la pared como a los delincuentes, porque lo soy, porque hacerte esto debería estar prohibido, porque sé que en el fondo me odias por arrebatarte la calma, pero te desvives por follarme aquí, sin preliminares, sin palabras, sin besos, contra la pared, como castigo, porque no hay nada que te guste más que llevarme la contraria, y me miras de reojo sin que tus manos dejen de violar cada rincón de mi piel, con las pestañas bajas, pidiendo permiso para hacerlo, para perderme el respeto, para sentirte dueño y hombre y recuperar el poder, la libertad y la autoestima que te robaron mis proposiciones intimidantes cuando aún vivíamos de noche, porque tú y yo sabemos bien que eso es lo único que aporta la dominación.

Adelante, te digo, y, entonces, el tiempo se para.


* Este relato lo escribí para el Encuentro de Relatos Eróticos que organizó un amigo, espero que lo disfruten.

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Son tiempos difíciles para los soñadores...
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