Miedo a los aviones que despegan
"- ¿Sabes lo que más me asusta?-.
No debe saberlo porque no dice nada.
- Tu miedo. Y el entusiasmo detrás de tu miedo.
- Es curioso porque a mí es tu falta de miedo lo que más me asusta.
- Tengo tanto miedo como el que más miedo tiene. Aunque supongo que es un miedo distinto.
- No hay un miedo distinto. Siempre es el mismo miedo.
– No exactamente.
– ¿No exactamente?
– No exactamente. Tu miedo empieza cuando despegan los aviones y el mío cuando los aviones aterrizan."*
En el fondo es el mismo miedo, el mismo, el que lo recubre todo, el que me acobarda ante las cosas más sencillas. Una llamada, una petición, un "plus one" de esos de las bodas americanas, iremos Sandra + 1, y todo un amplio abanico de posibilidades abiertas, desparramadas sobre el páramo a elegir.
Mi miedo es el de los aviones cuando despegan, y con todo ese entusiasmo detrás de mi miedo, porque una cosa no niega a la otra. Mi miedo se sienta ahorcajadas y encuentra bajo los peldaños de cualquier escalera la llave para despegar, y pocas veces la utiliza. Se deja llevar, piloto va y piloto viene, cuesta arriba y a paso tranquilo, siempre hacía arriba.
Son los aterrizajes los que no soporto, los que se me atragantan en la garganta, los que me recuerdan a tiempos pasados. Es el miedo al aterrizaje el que hace que se seque la verdadera intensidad. Mi MIEDO, así, con mayúsculas y negrita, es el miedo al fracaso. El miedo a reconocer que otra historia se acaba, el miedo a recordar lo poco que duró y el ridículo de volver a pasar por ello y escuchar los chismorreos en la tasca de del pueblo. Miedo, al "qué raro", "nadie la aguanta", "con lo majo que era este chico" y un sinfín más de frases conocidas y resabidas, que una con el paso de los años se sabe de memoria y que no son más que un intento fácil de humillación absurda.
Y sí, es verdad, me aterra el miedo de los aviones que despegan, el despegar, el levantar los pies del suelo, el volar sin saber a dónde se vuela, y ese nudo en el estómago, como en las películas en blanco y negro, cuando la escena se para y los actores se miran y la cámara salta de uno al otro como en un incómodo partido de tenis. En éste, la pelota está en mi campo, y lo sé, pero aún no soy capaz de enviártela con la misma fuerza, o aún no he decidido como preparar el saque, pero sigo jugando, aquí en la cancha, justo enfrente de ti.
No tengas miedo a los aviones que aterrizan.
"Tokyo ya no nos quiere" (1999), Ray Loriga
6 comentarios:
"[...] no soy capaz [...] o aún no he decidido como [...] pero sigo jugando justo enfrente de ti".
Un beso enorme para ti.
En el aire, aún sin escoger rumbo, pensando en lo alto que estamos. Dejarse llevar y disfrutar del vuelo. Pensar que esta vez aterrizaremos donde queremos o bastante cerca, teniendo que caminar sólo unos pocos pasos para llegar a nuestro destino. Sabiendo que nuestro querido guía Karma esta pendiente de nosotros.
(pero asiduo)
Ha merecido la pena la espera.
Y me siento muy identificado.
@Nauzet: Arriba, arriba bien alto.
@Yaiza: Otro enorme para ti
@Asiduo: Y yo aún sin saber quién eres. ;)
(no sé si anónimo pero asiduo)
¡Escribe! ¡¡Escribe!! ¡¡¡Escribe!!! ¡¡¡¡Escribe!!!! ¡¡¡¡¡Escribe!!!!!
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