sábado, marzo 29, 2008

El ruido de la vida

Silencio. A mi alrededor nada, conmigo nada, contigo nada. Así comienzan todos mis días y así terminan. El el resto del tiempo que paso alejada de ti es tan odiosamente infinito como la sensación que provoca en mí el echarte de menos cada segundo.

El ruido de la vida se convierte para mí en una intensa tortura que me recoge por la mañana en el lado derecho de tu cama, me pasea por el mundo, me lleva al trabajo y me clava las comisuras de los labios a las mejillas dando forma a esta asquerosa y fingida sonrisa que me acompaña desde que veo el sol.

Me pregunto que pasaría si tuviese la posibilidad de vivir en uno de esos lugares en los que el sol se esconde más de seis meses al año. ¿Podría permanecer en ese silencio cálido, tierno, insaciable que me envuelve, me abraza y me abriga cuando permanezco a tu lado? Probablemente nunca llegaría a disfrutar de esos minutos de silencio desbocado, moriría ahogada por la oscuridad y la sonoridad visible de los rayos solares en los meses diurnos.

Uno de estos días decidiré cambiar mi rutina, escaparme por una rendija y evitar que el ruido de la vida me descubra escapando a tu encuentro. Te prometo que voy a urdir el plan más perfecto, a milimetrar uno a uno todos los pasos y buscaré el momento exacto para correr y refugiarme acurrucada en el lado izquierdo de tu cama. Justo donde el ruido de la vida nunca iría a buscarme, porque sabe bien que no puedo quedarme dormida mirando hacia la izquierda y jamás me permitiría dormir de espaldas a ti por el miedo a que pudieses levantarte de la cama y dejarme allí, a solas con la vida.

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domingo, marzo 23, 2008

Hielo

A veces volver es mucho más complicado de lo que parece. Romper con una época en la que la fertilidad creativa es nula o se encuentra bajo mínimos es mucho más dificil que resucitar, revivir, renacer o re-volver. Comprender que no se encuentra bajo mínimos sino que está siendo utilizada para una y mil cosas más es asumir que no somos seres omnipresentes ni omnipotentes, es saber que no se puede estar aquí, vivir allí, crecer aquí, sentir allí, aprender allá y desbordarse acá.

Hoy me siento mucho más yo y menos tú, a veces ocurre al revés, a veces soy mucho más lector que escritor, y otras simplemente creo que no soy, que estas letras se escriben solas, que salen de algo que se encuentra mucho más adentro, mucho más ajeno a todo aquello que soy y que no soy, a todo aquello que siento y que no siento, a todo aquello que me define y todo aquello que no.

A veces me siento completa sin esto, a veces su falta me desquebraja el alma y me araña las heridas ya cicatrizadas, a veces necesito que seamos dos para sentirme una, saber que sigues ahí para seguir aquí, para volver aquí, para sentir también aquí.

Ahora redescubro mis letras en los rincones de este mundo, en las calles por las que paseo o las paradas de metro en las que espero a la vida, pero me siento incapaz de venir aquí y contártelo.

Quizás porque centro mi imaginación en conseguir desperezarme; en despertar ese mundo interior que llevo escondido dentro, muy dentro; en intentar olvidar todo el dolor y mostrarme como soy, como siento, en volver a ser yo, en creer en ser yo, en VIVIR y SENTIR, así en mayúscula y en negrita, pero volver a ser yo completa, yo sincera, yo contigo y yo sin ti; en perder el miedo y amar a ciegas y en permitirme chocar de nuevo contra esta pared que representa la hoja en blanco manchada por las letras de una luchar por escribir para no dejar de escribir.

Y sobre todo para no dejar de sentir, para no entumecer de nuevo todos los músculos y convertirme tantos años después en esa estatua de hielo que nunca quise ser...pero fui.

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Son tiempos difíciles para los soñadores...
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