Mares de sabiduría
Lo que escucho desde aquí es el sonido del mar como todas las mañanas desde hace años, invariable, pero tranquilizador como siempre, con el sonido capaz de adormecer y de cambiar escenas.
Este mar lleva años ayudándome a cambiar las mías, una ola y fundido a blanco, un paseo por la arena, música fade in y cortinilla, un atardecer, primer plano del sol, fundido en blanco, y los créditos que no llegan aún, la vida que sigue.
Lo que escucho desde aquí es la sinrazón de las horas perdidas, junto al camino, esperando una vida que no terminaba de llegar, es la tristeza del tiempo empleado en esperar sin vivir, en esperar soñando con no soñar, es la verdad, es lo que he estado haciendo durante meses, quizás años, ¿se puede ser más tonta?
Este mar me recuerda a mis miedos, a los que siempre me dejo dentro, aquellos de los que me desnudo poco a poco con cada ola, aquellos que la vida me obliga a vestir al salir, cuando el mar se aleja de mis pasos tanto como el tiempo bien empleado.
¿Cuántos besos me habré perdido en el camino? ¿Cuántos sueños? ¿Cuántas sonrisas y cuántos abrazos? Lo que escucho es el mar que grita, que se rebela, que me pide a gritos que me desnude, que me deje arrastrar, que me sumerja como antaño, que me deje curar una a una las heridas, que cicatricen los golpes y que renazca nueva y vacía, vacía de reparos, de máscaras, de barreras invisibles pero infranqueables y que me llene de vida, que merece la pena.