viernes, octubre 15, 2010

Mares de sabiduría

Lo que escucho desde aquí es el sonido del mar como todas las mañanas desde hace años, invariable, pero tranquilizador como siempre, con el sonido capaz de adormecer y de cambiar escenas.

Este mar lleva años ayudándome a cambiar las mías, una ola y fundido a blanco, un paseo por la arena, música fade in y cortinilla, un atardecer, primer plano del sol, fundido en blanco, y los créditos que no llegan aún, la vida que sigue.

Lo que escucho desde aquí es la sinrazón de las horas perdidas, junto al camino, esperando una vida que no terminaba de llegar, es la tristeza del tiempo empleado en esperar sin vivir, en esperar soñando con no soñar, es la verdad, es lo que he estado haciendo durante meses, quizás años, ¿se puede ser más tonta?

Este mar me recuerda a mis miedos, a los que siempre me dejo dentro, aquellos de los que me desnudo poco a poco con cada ola, aquellos que la vida me obliga a vestir al salir, cuando el mar se aleja de mis pasos tanto como el tiempo bien empleado.

¿Cuántos besos me habré perdido en el camino? ¿Cuántos sueños? ¿Cuántas sonrisas y cuántos abrazos? Lo que escucho es el mar que grita, que se rebela, que me pide a gritos que me desnude, que me deje arrastrar, que me sumerja como antaño, que me deje curar una a una las heridas, que cicatricen los golpes y que renazca nueva y vacía, vacía de reparos, de máscaras, de barreras invisibles pero infranqueables y que me llene de vida, que merece la pena.

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domingo, octubre 10, 2010

Seamos sinceros

Mi boca roza la piel bajo tu piel, como esos domingos lluviosos, como esos sábados de sabor a cine y a roscas* y a citas de adolescentes. Es la piel que queda cuando nos destapamos las sonrisas, cuando el agua de la lluvia se lleva los miedos, las máscaras, el sueño, cuando se lleva lo que no somos y lo que volvimos a ser tras nuestro último encuentro. Es la piel que se guardó los sueños y los enterró a conciencia, bajo las terminaciones nerviosas que marcaron nuestras conversaciones, bajo ese sí y ese no, y ese beso robado al aire. Es la piel que se quedó bajo la espuma, bajo las velas, bajo todos los barcos capitaneados por Garfio y los milllones de lagos que colorean Canadá de azul, de violeta, de mango. ¿Y puede el mango robarle el sabor a un plato de pollo al curry? ¿Puede la vida cambiar tanto con dos suspiros, uno tuyo y otro mío? Seamos sinceros, necesito dos tonterías, compañía y abrazos, como el resto de los mortales.

*En Gran Canaria se llama así a las palomitas de maíz.

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Son tiempos difíciles para los soñadores...
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