domingo, mayo 31, 2009

Una nueva era

Por fin, los cambios anunciados han llegado. Este es mi nuevo rinconcito, como ven, Érase una vez el caos y yo nos negamos a cambiar demasiado, porque nos gusta nuestra esencia (los girasoles, las mariposas, la música, el cine) pero una crece con el tiempo y evoluciona y aquí está el resultado de tres años de aventuras junto a todos ustedes.


Tres años ya. Aún no puedo creermelo de verdad, que Érase una vez el caos haya sobrevivido a los cambios de tres años en mi vida, la vida de Alnitak, y en este mundo. Algunos de los que empezaron leyéndome (y yo leyéndolos) aún siguen por aquí, otros desaparecieron (incluso de la red), otros mutaron hace tiempo, se multiplicaron, otros llegaron en el último año, en la última semana, con el último post, y a ellos también les agradezco que todo esto siga teniendo sentido, tres años después y que hoy me apetezca empezar con este nuevo diseño como si lo hiciera de cero.


Me ha costado desprenderme de mis viejas vestimentas, puedo asegurarlo, pero creo que al final el resultado ha merecido la pena, al menos a mí y a mis duendes nos gusta mucho, espero que a ustedes también.


Tengo que darle las gracias a Eli B., por el dibujo de la mariposa, que ahora sí, es la mariposa de Érase una vez el caos... porque ha sido creada por y para este blog, y la paciencia de los que me han visitado durante las dos últimas horas y no han podido acceder a Érase, porque las he necesitado para poner un poco de orden en este nuevo rinconcito.


Por ahora, sigo mejorando pequeños detalles que, por extraños secretos del lenguaje html, no funcionan como deberían, pero prometo ir solucionándolo todo cuanto antes.


Para terminar, hoy me gustaría brindar por unos cuantos años más, los que vengan. Gracias de corazón a todos por estar ahí.


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sábado, mayo 30, 2009

Recuerdos

Devuélveme la sonrisa.
La que dejé juntos a tus labios.
Devuélveme la noche y las estrellas que robas secretamente para traerme engañada hasta tu habitación.
Los sabores con los que pinté el camino que baja por tu pecho.

Devuélveme los besos que te regalé mientras nos ocultábamos del mundo bajo tu almohada y los que me robaste a sabiendas de que nunca me marcharía sin recuperarlos.
Devuélveme el roce de las yemas de los dedos sobre tu piel y las formas que reflejaba la luz que se colaba por tu ventana.
Devuélveme los reflejos del amanecer en los mechones de tu pelo y las caricias sobre tu espalda.
Tus manos, alrededor de mi cintura y la sensación de tenerte dentro bajo esta habitación llena de estrellas.

Lo he pensado mejor. No devuelvas nada, sólo quiero recuerdos nuevos entre tus sábanas y verte sonreír y expirar una vez más.


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viernes, mayo 22, 2009

Las niñas buenas

Las niñas buenas van al cielo, o eso dicen. Yo no quiero ir al cielo. ¿Para qué? La vida ya es bastante dura como para tener que seguir viviendo una vez que consigues terminarla. Así que no tengo que ser buena.

Puedo ser todo lo mala que me apetezca ser, y sé además que así te vas a mantener a mi lado. Trátales como a perros y como perros te seguirán. Esa es la única norma, ¿no? He decidido que voy a follarte sólo cuando me apetezca, como me apetezca y donde me apetezca. Y quiero que me sorprendas, que consigas despertar en mí interés, porque no hay nada más fácil para mí que hacer borrón y cuenta nueva.

¿Jugar conmigo? Que ni se te ocurra. Tenerme como amiga o como amante puede ser para ti la mayor ventaja, no voy a hacerte trizas mientras me sirvas para algo, sea lo que sea. Pero ni siquiera te plantees alguna vez arriesgarte y ponerte del otro lado porque te aseguro que no me verás bien desde tu posición. Como enemiga no existo, no me verás, no me sentirás, no me olerás, pero notarás como tu mundo se va pudriendo poco a poco.

Aprendí de pequeña que un rumor y una mentira en el momento adecuado a la persona adecuada, pueden arruinar la vida de muchas otras, que no duelen más los puñetazos en la cara que los sablazos o la desconfianza de los que te rodean. Puedo hacer que te sientas mal por no haber felicitado por su cumpleaños a la persona a la que siempre odiaste y lo puedo hacer porque ya lo hice antes. Y eso sería sólo el principio.

Así que déjate de gilipolleces, de miedos y de excusas, y vuelve a sentarte en esta cama hasta que consigas con tu lengua que hoy pueda viajar a cualquier otro lado, o vente conmigo, que me han dicho que las niñas malas van a todas partes.


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lunes, mayo 18, 2009

La medida del sexo

El sexo no se mide en besos, ni en cajones de caricias, ni en orgasmos, ni en poemas susurrados, ni en sábanas, ni en huracanes de deseo, ni en resquicios de placer, ni en amor. El sexo se mide en momentos que te dejan sin respiración, en esos cosquilleos que te recorren la espalda de forma inesperada y se quedan grabados en la memoria.

De mis pasiones sólo recuerdo eso, el cosquilleo y la falta de aire, como un latigazo que marca el camino y se te graba junto a los lunares de la piel.

La medida de nuestro sexo no se mide en el calor de la habitación el pasado verano en una isla con los mejores atardeceres del mundo, ni en el par de horas que pasamos hablando para darnos cuenta de que sólo queríamos terminar a mordiscos, ni siquiera en el abrazo de amanecida con las respiraciones ya calmadas.

La medida de aquella noche no la pongo en duda. Aquella noche se mide por el cosquilleo que subió por mi espalda con el roce de tu piel en mis muslos mientras te deshacías despacio de mis pantalones, junto a la ventana, donde las luces del alba marcaban, colaborando con las persianas, un jersey a rayas sobre tu pecho. Y el latigazo, la falta de respiración y los tobillos que fallan y la falta de fuerza, y el dejarse llevar, y el cosquilleo.


Nuestra noche fue una de esas que nunca se repiten, noches de desahogo, historias puente, pasión y... (no, desenfreno, no) cosquilleo. Pero ahora, diez meses después, haciendo memoria, intento recordar los mejores momentos, medir el sexo como quien pesa un kilo de azúcar, y entre mis recuerdos se cuelan esas manos sobre mi cuerpo, ese segundo, ese cosquilleo...


... y siento como aún me sube por la espalda, el recuerdo.


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Homenaje a Benedetti

Muere un poeta que iluminó la vida de muchas personas (y seguirá haciéndolo).

Hoy estoy de luto, yo, Alnitak, Érase una vez el Caos y Sinestesia. Porque hoy sí que tengo motivos de verdad para estarlo, porque hoy me siento un poco huérfana, porque hoy siento que se ha marchado alguien que me ligó definitivamente a la literatura, que me ató a las palabras, ya sin remedio.

Hoy en Sinestesia, he escrito mi sincero y pequeño homenaje.



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domingo, mayo 17, 2009

Respirarte humo

Respirarte humo es
como recordarte por dentro,
es destriparte y saborearte
salado y esquivo,
y reparar en los detalles
como los narradores de cuentos.

Es dejar que se me escape la rima
y escuchar tus sermones por ello,
una y otra vez,
una y otra sed,
y atraparla de nuevo
y encerrarla en tus besos.

Y ser y estar
y renacer de nuevo.

Y dejar que se pase la parada
-del metro-
por ir apuntando letras
entre retazos de la rutina.


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martes, mayo 12, 2009

A cámara lenta

Mi ingenuidad aún cree que llueve despacio
a cámara lenta,
en susurros
entre los pasos de ayer y de hoy,
sin motivo
a cámara lenta.


Esquinas vacías
-perdidas, ausentes-
retazos de lo que pudo ser y no fue,
historias dormidas y lluvia torrencial
o no.


Mi inocencia ha perdido las razones
y las esquinas
incluso las llenas,
en los inviernos mojados
y en la vida
a cámara lenta.

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lunes, mayo 11, 2009

Lecturas de vagón de metro

Se ha encendido la luz. El metro está lleno de gente. Intento leer en mi interior pero me empujan, me obligan a encerrarme en mí mismo. Alguien me obliga a esconderme entre los brazos de decenas de personas que intentan entrar en el vagón. Y allí está ella. Sentada cómodamente, mientras escribe alguna historia propia o la repasa. Va vestida de negro, es increíblemente elegante, tan bella. Nunca la había visto hasta ahora, pero no me extraña, hace tiempo que esta ceguera comienza a ser preocupante. Preferiría que las páginas de mi vida no pasaran, para poder seguir viéndola, para comenzar a leerla y dejar que me lea. Pero cada vez me cuesta más mirar. He vuelto a refugiarme en mí mismo para releer mi historia. Alguien me ha asegurado que esto es sólo un ensayo, lo de mi ceguera. Espero que acabe pronto. Ella, creo que se llama Rayuela.

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jueves, mayo 07, 2009

Sinestesia

Se acerca una época de cambios. Érase una vez el caos... está preparando una pequeña renovación. Yo, mis duendes, mis girasoles y mis estrellas no nos vamos a ninguna parte, pero si necesitábamos un corte de pelo para adaptarnos a los nuevos tiempos. A ver qué les parece a ustedes, que son los verdaderos destinatarios de todo lo que sucede aquí, en medio del caos.

Pero aún queda un tiempo para eso. Y mientras tanto quería presentar por fin a mi otro yo. Para todos aquellos que no me conozcan personalmente, a lo mejor les interesa saber (o a lo mejor no, quién sabe) que soy periodista y además de escribir mis cuentos, poemas o reflexiones en este blog también dedico mi tiempo a escribir de vez en cuando en Sinestesia (http://www.daviniasuarez.com/).

Sinestesia pretende ser un blog de actualidad, pero no de la actualidad que marcan los periódicos sino de mi propia actualidad. Sinestesia es la capacidad que tienen algunas personas para percibir a través de sentidos diferentes a los habituales (escuchar colores, ver sonidos o emociones, saborear palabras, etc.). Mi blog pretende ser una visita a todo eso a lo que podemos llegar a través de nuestros sentidos, a todo aquello que puede emocionarnos, sorprendernos, maravillarnos, todo aquello que influye en nuestra relación con los demás, y todo aquello a través de lo que aprendemos, nos informamos, crecemos o vivimos. Sinestesia es mi relación plurisensorial y multimedia con el mundo. Y espero que puedan disfrutarla.

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lunes, mayo 04, 2009

Lunes especial

Desde el día que conocimos, hablabas de ellas continuamente. Supongo que me acostumbre a que me enseñaras sus fotos y me explicaras cómo habías mejorado los montajes. Cuando el tiempo pasó no comencé a llevarlo mejor. De repente su nombre me provocaba un dolor en las costillas, como una de esas patadas que alguien que te golpean en medio de una pelea y no sabes muy bien de dónde viene, ni quién es su autor pero que te destrozan el cuerpo y te llegan tan adentro que parece que te hayan clavado una lanza. Ellas ocupaban mucho más de tu tiempo que todos nuestros encuentros en la playa o nuestros helados compartidos o los inviernos que pasamos en la casa de tus padres en el campo. Pero ellas eran "especiales", yo no.

Y eso lo cambiaba todo, cambiaba los nombres de las calles, los sueños de los niños, el vuelo de los pájaros y las gaviotas cayendo en picado contra las olas, como esos fundidos en negro de las películas que se alargan demasiado y cuando vuelve la luz el mundo ha cambiado y los personajes han desaparecido de la escena. Ellas no provocaban fundidos en negro, yo era lo que aparecía después de los fundidos, ese paisaje y esa escena que no te desagrada pero te incomoda porque no era exactamente lo que esperabas ver y porque sustituye a los protagonistas que aparecían justo antes de que la sala se tiñera de negro. Con el tiempo descubrí que eran "especiales" precisamente porque no estaban ahí, en cierto sentido no existían, ni vivían en las inmediaciones de tu casa, ni podían acariciar tu pelo mientras compartían contigo una película de madrugada, ni podían pasear por la calle a tu lado.

Y decidí marcharme, convertirme en una de esas chicas "especiales" que vagan por el mundo, dejando tras de sí a chicos que se acuerdan de ellas como si recordaran su mejor juego en la infancia, ese gol que les hizo sentirse importantes en la escuela primaria y los cotilleos de las niñas para discutir quién los invitaría al baile -o quien no- y aquí sigo, lejos, vagando, viviendo, sintiendo y descubriendo, al fin, que las "especiales" siempre son otras.

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Son tiempos difíciles para los soñadores...
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Ellos me contaron que...

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