jueves, noviembre 27, 2008

Afrontar la fragilidad

Soy frágil. Lo sé y lo he sabido siempre, pero ahora soy aún más consciente. Quizás es que también estoy frágil. La eterna diferencia entre ser y estar que tanto dice y que tanto cuesta entender a todo aquel extranjero que estudia español.

Estoy segura. Estoy frágil. Me rozas con una pestaña y me rompo en mil pedacitos, cada uno se va por su lado, se esparcen, se mezclan. Recomponer los trozos es mucho más complicado de lo que parece, si no lo haces bien y hay algo que no cuadra entre las piezas, todo vuelve a desmoronarse continuamente con cada pequeño soplo. A veces en la caída imparable al vacío, los pequeños trocitos vuelven a su forma original pero se traen consigo todo el polvo que encontraron en su camino hacia el suelo, y el polvo se instala dentro, muy muy dentro, en todos esos rincones que tanto nos cuesta limpiar, que tanto nos cuesta alcanzar, y se queda ahí durante mucho tiempo.

Al principio casi no se nota su presencia pero el polvo se acumula y la alergia comienza a hacer acto de presencia bajo la nariz, y el polvo acumulado comienza a afectar también a todos aquellos que están alrededor.

A veces ese simple pestañeo termina siendo el origen de un terremoto que construye y deconstruye mi mundo por momentos, por segundos, eternamente y para siempre.

Estoy frágil, cantas y lloro, pero cuando gritas también lloro y cuando me aconsejas, me enfado y lloro, cuando siento que me pierdo, que desaparezco, entonces también me enfado y lloro, y los amigos me dicen que deje de ver las cosas tristes que hay en el mundo y que comience a cambiarlas por una sonrisa. Pero la fragilidad me impide sonreír, no me quedan fuerzas para caminar descalza a tu lado ni para estirar mis labios y soltar una simple carcajada.

La fragilidad es como una especie de cáncer (curable, pero cáncer al fin y al cabo). Una puede estar frágil en lo laboral, pero la fragilidad se va extendiendo y en algunos casos su fuerza es tal que una termina rompiéndose en mil pedazos con los amigos, con la familia, con el amor, y el tiempo que se invierte en la reconstrucción es tanto que a veces me olvido de pensar en los demás y en cómo afecta mi fragilidad a la relación que tengo con ellos.

Lo malo es que a veces la fragilidad me lleva a tanta reconstrucción continua que termino perdiendo a gente en el proceso y entonces la fragilidad se crece, me arrolla y me vuelve aún más frágil.

Ahora estoy y me siento frágil, espero que me disculpen.

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viernes, noviembre 14, 2008

Desnúdate antes de entrar

Creo que yo me lo merezco ¿no? Deja tu ropa sobre el sillón del salón pero cuando entres en mi habitación no traigas nada contigo. No necesito saber cómo vistes ni a qué tribu urbana perteneces para hacerte el amor a fuego lento junto al balcón. Tampoco necesito que te traigas los papeles del trabajo o la corbata de las reuniones para deslizar mis manos sobre tu cuerpo y aspirar tu aliento a bocanadas. No necesito tus zapatos obstaculizando nuestros bailes por la habitación ni el cierre de tu cinturón impidiéndome comerte a dentelladas. No, de eso nada. Yo me merezco mucho más.

Me merezco tus suspiros junto a mi oído, sentir bajo mi piel el tambor incesante de tu respiración y el batir de alas de tu corazón. Necesito descubrir a qué sabe tu piel, saborearte, besarte, lamerte, escurrirme entre tus piernas y quedarme ahí para siempre. Necesito atravesar tu espalda con la yema de mis dedos y dibujar la geografía de nuestro mundo imaginado y de todas las aventuras que aún nos quedan por vivir dentro de esta habitación.

Desnúdate antes de entrar, porque aquí no vale nada de lo aprendido fuera, aquí me vale lo que eres tú, las máscaras olvídalas en la puerta, los miedos olvídalos en la puerta, pero sobre todo olvida el miedo a tus propios deseos. Aquí todo es posible, la palabra no está prohibida y el deseo se apodera de los cuerpos desnudos sin piedad pero con mucha picardía.

Déjame adivinar lo quieres, lo que fantaseas, lo que deseas sin demora, y déjame hacerlo realidad. No me escucharás pedirte que te vayas pero tendrás que estar dispuesto a aceptar sin prejuicios que mis deseos no tienen límites y que hace tiempo que espero que me des, todo aquello que otros no han conseguido darme.

Desnúdate antes de entrar, y olvídate del mundo que nos rodea porque desaparece cuando nuestros cuerpos se funden y el universo se esconde en esta burbuja de placer. Pero sobre todo, desnúdate antes de entrar porque yo tengo intención de hacerlo.

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Son tiempos difíciles para los soñadores...
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